Opinión

vals para hormigas 

González Pons, el crac de Nvidia y el ejército andorrano 

Cómo estará el patio internacional, que hasta Esteban González Pons ha arremetido contra Donald Trump, al que ha llamado en una columna de opinión “ogro naranja” y “macho alfa de una manada de gorilas”. Cómo estará el patio que su jefe, Alberto Núñez Feijóo, le ha mandado cerrar esa boquita con la que el exconseller sandía, verde por fuera y rojo por dentro, susurra hechizos a las serpientes, para no irritar al todopoderoso. Las negociaciones ocultas entre el presidente de EEUU y Gustavo Pietro, el de Colombia, a cuenta del envío de migrantes por vía aérea, nos deberían dar una pista de la situación. El titular del Despacho Oval tiene demasiado poder, con todo el judicial, el ejecutivo, el legislativo y hasta el superlativo a su servicio, algo que no disfrutaron ni Obama, ni Biden ni él mismo en su primera temporada, y ha perdido los frenos. Así que el mundo se debate entre cerrarle las puertas o dejárselas entornadas. Entre abrir de par en par las ventanas con vistas a la Gran Muralla o dejarlas entornadas. Entre sancionar gravemente su propuesta de “limpiar” –hay verbos muy elocuentes- Gaza de gazatíes o dejarla solamente en una chiquillada. Están en juego los mercados que, por lo que se presume, y al contrario de lo que dicen los economistas de derechas, no se regula solo.

Es precisamente por ahí por donde encontramos el único respiradero. El nuevo gabinete de la Casa Blanca está repleto de multimillonarios que acabarán por matarse, metafóricamente, claro, entre ellos. Uno que ya está de vuelta de todo, Bill Gates, ya ha salido a denostar la defensa que Elon Musk hace de la ultraderecha alemana. Tenemos otro. Trump propone un regreso al pasado de combustibles fósiles, manufacturas analógicas y transportes por vía marítima, además de medieval en lo social, que no parece que tenga opciones frente a lo que nos viene desde China, donde asoma el liderazgo universal en energías verdes, bajos costes y alta tecnología, además de medieval en lo social. Parece que los súbditos de Xi Jinping tienen mucho más claro en qué aeropuerto económico aterrizará el futuro. Esta semana, han asomado la patita. La irrupción de su Inteligencia Artificial (IA) DeepSeek ha generado pérdidas en los mercados norteamericanos equivalentes al PIB de España. Nvidia, la mayor tecnológica de los parqués bursátiles, perdió el lunes 500.000 millones como quien pierde calcetines en el tambor de la lavadora. Ya pueden ir rezándole un padrenuestro doble a San Antón, para encontrarlos. Parece que, en el fondo, puede que el mercado sí se regule, pero no como ellos creen.

Ante este panorama, quienes no son EEUU ni China necesitan unirse. Enviar a Canadá, a Alemania, a España, a Francia o a Chipre a enfrentarse con uno de los dos por su cuenta es como enviar al ejército andorrano a evitar la Tercera Guerra Mundial. Europa necesita unirse, Latinoamérica necesita unirse. Salvo el Sabadell, que se marcha de Alicante para no ser absorbido por el BBVA, todos necesitan encontrar nexos de unión, puntos fuertes y estrategias de última generación para no sucumbir ante esta pandilla que solo ve en el dinero y la pureza de raza, en el agotamiento del planeta y la lucha contra la ciencia, el remedio para todos los (sus) males. Eso ya lo vivimos hace un siglo. Por mucho que algunos, incluso las víctimas protagonistas, se empeñen en que nos olvidemos.

@Faroimpostor

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo