Valencia Plaza

EL CALLEJERO

Irene es un libro abierto

  • Foto: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. -Oye, Irene, ¿tú qué eres?

-¿Que qué soy? ¡Madre mía! ¡Qué difícil!

Tras las carcajadas, Irene Rodrigo, los ojos muy azules, el pelo muy rizado, los labios muy rojos, asegura que odia la pregunta. Pero termina contando que estudió Periodismo. También Arte Dramático, pero que se lo dejó a medias. Y después de algunos rodeos, concluye: "Si tengo confianza digo que soy divulgadora literaria". Así que hoy, o eso parece, debe sentirse en confianza.

Irene, que tiene 30 años, fue una niña lectora que creció entre dos padres lectores en una casa de pueblo, en Puçol, llena de libros. "Para mí era como una necesidad. Igual que otros niños necesitaban jugar al fútbol, yo necesitaba leer y escribir. Pero si iba por la calle leyendo las matrículas de los coches, que mis padres debían estar hasta el gorro de mí". Sus progenitores son ingenieros agrónomos, pero su padre trabaja como funcionario en la Universidad de Castellón y su madre ya hace tiempo que traspasó la cafetería que había abierto en el pueblo.

El matrimonio también le inculcó el amor por la música. Irene estudiaba en el conservatorio y tocaba el piano y el violoncelo. De hecho se centraba más en la música que en el instituto. Pero en el último momento, pegó un golpe de timón y acabó en las aulas de Periodismo porque pensaba que ahí, estudiando esa carrera, le enseñarían a escribir. "Aunque luego, la verdad, no es que te enseñen mucho...".

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