VALÈNCIA. Los primeros meses del Gobierno valenciano presidido por Carlos Mazón con Vox de socio fueron relativamente tranquilos. Los presupuestos se aprobaron en tiempo y forma, sin estridencias reseñables, y la relación entre el jefe del Consell y su vicepresidente primero, Vicente Barrera, puede calificarse como buena.
No obstante, conforme avanza la legislatura, empiezan a aparecer discrepancias que, así lo parece, surgen cuando la dirección de Vox en Madrid ordena agitar el avispero. De hecho, algunos casos han sido especialmente llamativos, como la oposición pública de Barrera a la campaña de defensa de los derechos LGTBI impulsada desde la vicepresidencia segunda y conselleria de Igualdad dirigida por Susana Camarero, mano derecha de Mazón.
Aquí es donde la oposición, y en especial Compromís, ha visto un filón. La coalición valencianista se sitúa en las antípodas de Vox en todos los ámbitos y, de hecho, puede percibirse la profunda animadversión que existe entre los representantes de ambas formaciones en Les Corts. Por ejemplo, es muy visible la antipatía mutua entre el síndic de Compromís, Joan Baldoví, y el portavoz de Vox en la cámara, José María Llanos.
De hecho, una de las estrategias, premeditada o no, por parte de la coalición, es la de poner sobre la mesa cuestiones que saquen de sus casillas a los representantes de Vox, lo cual puede derivar en exabruptos o posiciones que, al mismo tiempo, incomodan al PP de Mazón, que buscan ofrecer un perfil pactista y de moderación mucho más propia de una formación que lidera el gobierno. Es más, algunos dirigentes populares admiten en privado que su mayor molestia en Les Corts suele surgir cuando les toca navegar ante posicionamientos extremos de sus socios, que a menudo surgen de los asuntos puestos sobre la mesa por la oposición y, en especial, de Compromís.