Valencia Plaza

¡vivan las burbujas!

Ahora Alicante también tiene un club Dom Pérignon

En esta casa somos de burbujas. Las burbujas igual arreglan un roto, que un descosido. Alegran, elevan la vida a lo más alto, acompañan cualquier comida y “las grandes historias de amor empiezan con champagne”, como dijo Balzac. Y nosotros no vamos a contradecirle.

Si ya teníamos una historia de amor con Alicante y su momento dulce gastronómico, ahora nos bailan mariposas todavía más. ¿La razón? La ciudad acaba de estrenar el primer club Dom Pérignon de España. ¿El artífice de todo esto? Carlos Bosch, empresario y creador de conceptos innovadores en la ciudad como El Portal, Singular o Manero. Y no solo revolucionó Alicante, sino que su modelo de negocios fue toda una primicia a nivel nacional. ¿Qué local había hace 11 años como El Portal? Muy pocos.

Después de este vino Manero, el bar de toda la vida renovado, con tapas reconocibles, sabrosas y con un toque que solo ellos pueden darle. Con una ensaladilla rusa más que rica, buenas croquetas, un canelón, receta de la madre de Carlos, de locura... Hasta tienen una línea propia de productos, con conservas, aceites y una colección de vinos que hacen con grandes bodegas en un ejercicio de co-branding. Con esto más que afianzado, llegaba el momento de dar un paso más. Si El Portal fue la primera Krug Amabassade del país, Manero tenía que tener algo por sí mismo, lo que le llevó a aliarse con la centenaria maison francesa Dom Pérignon. Cuánto le debemos ¿eh? Precisamente a aquel monje, Pierre Pérignon, en la abadía de Hautvillers, hacía vinos, lo que no sabía era que eran espumantes y que había inventado el método champenoise. Un día, una de las botellas explotó y al probar el líquido derramado, tenía burbuja y dijo haber bebido 'las estrellas'. Bendito monje y bendito ¿descuido? 

Pero volvamos a lo que nos ocupa. Al fondo de Manero, ahora hay un secreto, un oscuro objeto de deseo al que todos quieren acceder, pero al que pocos pueden hacerlo. Un verdadero hito hedonista. De los buenos. Detrás de una puerta que se abre con tu huella dactilar, te espera un espacio dedicado al lujo más exquisito. Carlos Bosch y Raquel Giménez han adaptado el espacio a la maison, dando lugar a un reducto barroco, de terciopelos rojos, luz tenue y burbujeante. Parecerá que has caído en un lujoso vagón del Orient Express, con una barra, mesitas bajas y un espacio reservado, con una particular capilla, donde se exponen una tremenda colección de añadas.

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