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Rafa Cervera: "Warhol animó a Lou Reed y a John Cale a correr riesgos, aunque al público le resultara horripilante"

El pasado 18 de octubre llegaba a las librerías The Velvet Underground. El grupo que pervirtió la música rock, un libro en el que el periodista Rafa Cervera hilvana de forma fascinante la historia del grupo y su entorno social, cultural y político

26/10/2023 - 

VALÈNCIA. La pasión del fan, la precisión del investigador de largo recorrido y la perspectiva histórica del buen periodista se conjugan simultáneamente en la nueva biografía de The Velvet Underground que ha escrito Rafa Cervera para Libros La Cúpula. El libro, publicado el mismo año que se conmemora el décimo aniversario de la muerte de Lou Reed, pone especial énfasis en las relaciones personales entre los miembros de la banda y su entorno social inmediato. Al hacerlo, incorpora una nueva lectura de género, recupera citas que nunca se habían traducido al castellano y revisa toda la discografía del grupo neoyorquino más importante de todos los tiempos.

 -¿Cuál es la principal aportación que hace este libro a todo lo que se ha publicado hasta el momento en España sobre The Velvet Underground, incluyendo tus artículos publicados hasta la fecha sobre el grupo y los artistas de su entorno?
-Creo que aporto una actualización de la historia. Hay mucha información sobre el grupo que ha ido emergiendo en los últimos tiempos, mucha de ella proviene de la memoria colectiva que encuentra su eco en las redes sociales. También quería contar al grupo usando la perspectiva de género, destacar su lado queer y observarlo en su contexto histórico. Después de haber escrito tres novelas y de haber depurado mi estilo periodístico y llevarlo hacia una narrativa, también quería poner esa experiencia al servicio de una historia sobre la que empecé a leer a los 15 años.

-El periodo comprendido entre la segunda mitad de los años sesenta y la primera mitad de los setenta fue gloriosa para el rock y la música pop, pero eso no significa que el éxito fuese fácil de conseguir. La historia de la Velvet es quizás uno de los ejemplos más paradigmáticos de ello. Tuvieron como mentor a uno de los artistas más importantes del mundo en aquel momento; ficharon por una discográfica importante… pero nada de eso fue suficiente. ¿Crees que la razón de esa concatenación de fracasos comerciales se explica únicamente por el hecho (cierto, eso sí) de que se estaban adelantando a su tiempo? 
-Se adelantaron a su tiempo, pero el tiempo ha demostrado que fue mejor así. No se puede hacer algo tan radical y revolucionario sin pagar un precio. Tuvieron que pasar diez años para que se les reconociera, pero a partir de ahí, su importancia creció durante tres décadas, hasta ponerlos al mismo nivel de los clásicos de los sesenta. Warhol les ayudó mucho, pero también acabo prejudicándoles porque como banda de rock quedaban eclipsados. Además, aparecieron en un momento muy concreto y su discurso iba directamente en contra, benditos sean, de los ideales hippies y esas filfas.

-Por otra parte, la competencia en esa época era feroz, y las relaciones entre músicos, incluso cuando se admiraban, estaban mediadas por la suspicacia, el miedo, los celos… ¿Crees que esa competitividad también servía como motivación positiva a los artistas del momento? 
-Yo me imagino que muchos de sus colegas, y por supuesto la totalidad de la industria musical, los veía como una molestia. Todo aquello que es diferente asusta. Y ellos tampoco hacían mucho por tener amigos, los cual me parece fantástico. Ya que te van a detestar, que te detesten con motivos de sobra. Como decía Warhol, se trataba de dejar a la gente con ganas de menos.

-Uno de los interrogantes que se plantean sobre la Velvet es qué hubiese pasado de haber tenido la posibilidad de darse a conocer en Inglaterra antes. Si Brian Epstein los hubiera cogido bajo su ala; si hubiesen podido debutar en Europa en el momento adecuado, y no más de veinte años después, etc. En tu opinión, ¿crees en la teoría de que hubiesen podido explotar comercialmente en Inglaterra? ¿Era el público británico más abierto de mente que el estadounidense cuando se publicaron The Velvet Underground & Nico y White Light/ White Heat?
-Yo creo que de haber venido a Europa, su destino hubiese sido otro. No sé cuál, pero otro distinto seguro. En su país eran un grupo condenado a la incomprensión más allá de los pequeños círculos de seguidores que cosecharon en Nueva York, Boston, Dallas, San Francsico, etc. Europa siempre ha entendido mejor a esta clase de artistas. Pasó también con Sonic Youth y Pixies, por ejemplo. El público europeo es muy diverso, está compuesto de muchas culturas distintas. En aquella época era mucho más receptivo que el americano, más conservador.

-Dices en el libro que Cale se quedó siempre con la sensación de que su salida de la Velvet, además de forzada, fue prematura. Que se quedó sin explotar un gran potencial de la Velvet. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación, o crees que el viraje hacia el pop y el rock clásico, mucho más patente en The Velvet Underground y Loaded, era imprescindible para demostrar al mundo que eran capaces de hacer música comercial? ¿A qué atribuyes que también esos dos discos fuesen ignorados por las emisoras y el público?
-Por más que se esforzasen en dejar atrás su radicalidad, el tercer disco seguía siendo oscuro. Su compañía de discos no creía en ellos, y eso también cuenta. Y cuando llegó el momento de la verdad, con un disco cargado de hits como Loaded, Lou Reed se fue del grupo y eso dinamitó cualquier posibilidad de venderlo, a pesar de que habían cambiado de sello. Lo intentaron todo para triunfar pero no hubo manera. Eso sí, siempre fueron fieles a ellos mismos, nunca hicieron nada que no debieran hacer.

-Es muy difícil acercarse a la historia de Nico y no sentir empatía con su tristeza y su soledad. Da la impresión de que fue repetidamente ninguneada y utilizada por unos y por otros a lo largo de su trayectoria musical (con la excepción de Cale, por ejemplo). ¿Cambió Lou Reed su percepción sobre el valor artístico de Nico con el paso de los años?
-En algunas entrevistas de los 70, Lou Reed habló muy bien de ella y destacó su valentía a la hora de hacer los discos que estaba haciendo. En 1977 la invitó a cantar en uno de sus conciertos en Alemania. Nico debía ser complicadísima, y Lou Reed ya sabemos cómo era, sobre todo en los setenta. Una yonqui del caballo y un yonqui del speed. Esa distancia química no es fácil de salvar. Que aguantaran mucho tiempo juntos debía ser un milagro. En cualquier caso, fue John Cale quien, al entrar el grupo en el Rock&Roll Hall Of fame en 1996, la mencionó en su mensaje de agradecimiento. Porque a partir de cierto momento, Reed fue como si la hubiera olvidado.

-La figura de Doug Yule ha estado ensombrecida por el hecho de reemplazar a un músico difícilmente sustituible como John Cale, pero también por haber abanderado la etapa apócrifa de The Velvet Underground, en la que Lou Reed tampoco estaba en la banda. ¿Crees que la historia ha sido demasiado injusta con él y con sus aportaciones musicales al grupo?
-Sí. Cometió el error de creerse más importante que Lou Reed en el grupo y se dejó embaucar por Sesnick [último manager de la banda]. El hecho de haber grabado un disco en solitario que salió con el nombre de Velvet Underground tampoco le favorece mucho. Pero fue una pieza muy importante en su momento. Supo poner su talento al servicio de las necesidades de un grupo que, en directo, era imprevisible.  Lo que pasa es que la época mágica del grupo, incluso a nivel visual, es la de Warhol y Nico, y eso también le perjudica de lleno. En el documental de Todd Haynes apenas se habla de VU tras la marcha de Cale. Parece que el propio Yule ha asumido lo que hay y se mantiene al margen.

Foto: IZIAR KURIAKI/EP

-The Velvet Underground -y el círculo de la Factory en general- parecía vivir en una especie de burbuja ajena a los acontecimientos políticos de su época. Al menos de cara al exterior. ¿Esta indiferencia era real o solo parte de la pose nihilista que caracterizaba al grupo en oposición al idealismo hippie del 66-67? ¿Por qué crees que Lou Reed, un poeta del realismo, tardó años en componer un disco abiertamente preocupado por la situación política y social?
-Muchas de la gente que estaba en la Factory estaba marginada fuera de allí. El propio Warhol tuvo que luchar contra los puristas del arte y el pensamiento heteruzo para que se le tomara en serio. Más que el nihilismo, la Factory era un lugar donde imperaba la frivolidad; la de Warhol se sustentaba en un notable fondo intelectual que se concreta en su frase: “Soy una persona profundamente superficial”. Lo cual no le impidió ejercer como un misógino en determinadas ocasiones.

En lo que respecta a Lou Reed, siempre tuvo una mirada comprometida con el progresismo, lo mismo que Warhol, que votaba a los Demócratas aunque tienda a creerse lo contrario. Yo creo que Reed hacía política con su actitud y sus letras, incluso con su música. En 1977 se unió a Patti Smith en un concierto en Central Park en el día del Orgullo Gay y cargó contra Anita Bryant, una activista de ideas conservadoras que ese año lanzó una campaña homófoba. Y a mediados de los 80, Reed empezó a participar en conciertos colaborando con Amnistía Internacional, o en contra del Apartheid. Supongo que el hecho de que hiciera un álbum tan abiertamente político como New York no fue más que un inevitable acto de coherencia y madurez. A veces no basta con que tu arte hable por ti. Si la situación lo requiere, es importante que el artista use su poder de convocatoria para respaldar una causa o denunciar una injusticia. Lou Reed entendió que esto era así y lo puso en práctica durante el resto de su carrera.

-Cuentas en el libro que la Velvet esencial durante la Primavera de Praga de 1968. ¿Fueron conscientes en ese momento, o solo después? Cuéntanos un poco mejor esa historia y el papel que jugó en ella el dramaturgo Vaclav Havel. 
-Ellos no supieron nada de eso hasta mucho tiempo después, aunque Milos Forman, que visitó Nueva York con Havel en 1968, se quedó a vivir allí y me resisto a creer que no frecuentara los mismos círculos que Lou Reed. Quién sabe. Vaclav Havel se convirtió en el difusor de la música de los Velvet en su país y esta formó parte de la resistencia a la dictadura comunista. Reed y Havel acabaron haciéndose amigos, aunque a Reed le escandalizaba -como buen norteamericano del siglo XX- que sus letras pudieran estar prohibidas en un país determinado.

-El universo humano y estético de la Factory se ha llevado a la pantalla en multitud de ocasiones, por supuesto en documentales, pero también en películas de ficción como The Doors (Oliver Stone, 1991), Yo disparé a Andy Warhol (1996) -centrado en la historia de Valerie Solanas-, Basquiat (1996) o Factory Girl (2007) -sobre Edie Sedgwick-, por citar algunas. ¿Qué representación ficcional de la Factory y de Warhol te ha parecido más convincente?
-La que hizo Oliver Stone es penosa. Homófoba y machista. A Nico la presentan como una groupie y a Warhol como a una marica tonta. La mejor es la peli sobre Solanas, dirigida por Mary Harron, que conocía muy bien ese ambiente porque estuvo próxima a él y también se esmeró en narrarlo sin sacralizarlo. Y de paso, intentar a explicar a un personaje tan controvertido como la Solanas, demonizada a causa de sus propios actos, pero más brillante de lo que la historia ha dejado creer que es.

-Songs for Drella (1990) es un disco con mucho valor documental, porque en él John Cale como Lou Reed rinden un homenaje póstumo a Warhol. A pesar de haber tenido muchas desavenencias entre ellos, el influjo de Warhol fue mucho más allá de darles un empujón y dejar que se beneficiasen de su fama durante la primera etapa del grupo. ¿Cuáles fueron las principales enseñanzas que extrajeron de Warhol?
-Warhol potenció los talentos que tanto Reed como Cale llevaban dentro. Les animó a correr riesgos, a ser ellos mismos aunque eso resultara horripilante para el gran público. Les proporcionó un contexto en el que crecer y les dio inspiración. Otro les hubiera coartado. Él les animó a que hicieran el ruido que quisieran y a que dejaran los versos más sucios en las letras. También les insistía en la importancia de trabajar duro. Y, muy importante, les enseñó cómo había que afrontar la relación con los medios de comunicación. En eso, Lou Reed sacó matrícula de honor.

-El último disco publicado por Lou Reed fue Lulu, un trabajo en colaboración con Metallica que reconoces que no te gustó. Sin embargo, cuentas que Bowie llegó a asegurar que era “su obra maestra”, pero que a la gente le llevaría tiempo darse cuenta de ello. ¿Sigues escuchando ese disco de vez en cuando, por si de repente descubres esa “magia oculta”? ¿Confías en Bowie?
-Tal como explico en el libro, yo hice una crítica muy negativa de ese álbum. Y vivo arrepentido por ello, claro, porque me siento como uno de esos críticos con presbicia musical que en su momento se cargaron los discos de Velvet o Berlin. No me siento capaz de discutir la importancia del disco, pero sigo haciendo un esfuerzo para entenderlo y para que me guste tanto como cualquier otro disco suyo. Admito que el hecho de que haya temas tan largos no ayuda, pero cada tanto vuelvo a él y lo escucho con atención. Fue el último disco de Lou Reed y sé que me sentiré mejor si llego a asimilarlo como merece.

-A lo largo de tu carrera como periodista has tenido la oportunidad de entrevistar a Lou Reed en diversas ocasiones, pero también a Cale, a Moe Tucker, a Billy Name, etc. ¿De quien guardas mejor recuerdo y por qué?
-De Lou Reed. Lo entrevisté en cuatro ocasiones y estuve con él en cinco o seis. Nunca me trató mal. Varios de mis encuentros con él los convertí en material de ficción en Porque ya no queda tiempo, mi segunda novela. Eran situaciones con la que soñé siendo adolescente y una vez vividas necesitaba revivirlas convertidas en literatura, manipularlas igual que se manipulan los sueños cuando intentas contarlos.

-De las numerosísimas versiones que se han hecho de la Velvet a lo largo de la historia, ¿podrías citar dos o tres que te parecen especialmente interesantes?
-Me gusta mucho Anohni cantando “Candy says” con Lou reed, por su voz y porque en cierta manera, es justicia poética. El “We’re gonna have a real good time together” que tocaba Patti Smith en sus conciertos de 1976 me chifla. Y la versión que hizo Beck del disco del plátano me parece muy lograda.

-Todas las biografías son fragmentarias en menor o mayor medida. Después de investigar tan a fondo a la banda y su entorno durante tantos años, ¿cuál es la principal laguna de su historia que te gustaría conocer algún día? ¿Cuánto más nos queda por conocer sobre la historia de The Velvet Underground?
-Ahora que los archivos de Lou Reed están en la NY Public Library, imagino que acabaremos sabiendo muchos más detalles. Ya hay una nueva biografía sobre Lou Reed, la recientemente publicada King Of New York, que se ha escrito con acceso a esas fuentes. Aparecerá más información, seguramente más música, pero a mí, lo que me interesa por encima de todo, son los detalles humanos. Las relaciones entre sus miembros es algo en lo que he intentado poner énfasis al hacer el libro. Esa trama de amistad y celos y remordimientos que jamás se solventa porque la muerte lo impide y que acaba casi como una ópera. Es la vida misma y de eso era de lo que nos hablaban esas canciones y esa música

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