ALICANTE. Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez no pujaron finalmente y, comoquiera que tampoco lo hizo un tercero, la subasta convocada por el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) para deshacerse del 15,07% de las acciones del Hércules y del derecho de crédito que mantiene contra la Fundación y cuyo importe asciende a 15,4 millones de euros fue declarada ayer desierta.
La explicación para que los primeros apostaran por no pujar reside en que consideraban el precio de salida, casi 600.000 euros, desproporcionado en relación con el lote que se subastaba. Se trata de una opinión que mantienen también respecto a los 500.000 euros en que quedará fijado el precio de salida de la segunda subasta que el IVF se dispone a convocar. En el caso de la falta de interés de terceros, la razón la encontramos en que el adjudicatario no se convertía en propietario automáticamente sino que necesitaba ejecutar el embargo del 72,69% de los títulos que son propiedad de la Fundación del Hércules, una tarea que esta no solo no le iba a facilitar, es que estaba dispuesta a solicitar su liquidación voluntaria antes de que el embargo se pudiera ejecutar.
El que la subasta quede desierta beneficia a Ortiz y Ramírez por un lado porque, aunque de no haber sido así hubiesen seguido manejando como hasta ahora el club a través de la Fundación, cuyo patronato también controlan, ganan tiempo sin tener que efectuar ningún tipo de desembolso (estaban dispuestos a desembolsar 300.000 euros como máximo); por el otro, porque, si bien se convoca por el IVF una segunda subasta con un precio de salida inferior, no cabe pensar no ya que ellos vayan a pujar, tampoco que lo haga un tercero por las razones antes mencionadas...
Segunda subasta abocada al fracaso
Es decir, que la segunda subasta está abocada al fracaso y el banco del Consell, después de escoger un procedimiento que, como su director general, Manuel Illueca, defendía, cumple con los principios de publicidad y concurrencia, tendrá que buscar otra forma de desprenderse de ese 15,07% de las acciones del Hércules y el derecho de crédito si desea obtener algo por ellos (compensando parte del roto que le hizo en su día la Fundación del Hércules y, además, cumpliendo el mandato del President de la Generalitat, Ximo Puig, de desinvertir en los clubes de fútbol...). Lo anterior abre la puerta a que opte por una enajenación directa, lo que Ortiz y Ramírez deseaban desde el primer momento.
Si hay esa venta directa, ellos ofrecerían los 300.000 euros de rigor (tampoco habría terceros que lo intentasen por los mismos motivos que antes) y, como diría aquel, ¡sanseacabó! Y es que los empresarios se harían con la propiedad del 15,07% de los títulos y, al tiempo y por tratarse de ellos, la Fundación aceptaría gustosamente cancelar la deuda de 15,4 millones de euros a cambio de entregarles el 72,69% del capital social del que es titular, que pasaría a sus manos siendo, entonces sí, propietarios del Hércules.