ALICANTE. El patrimonio arquitectónico y cultural de Alicante queda abocado a perder cinco inmuebles de relevancia que los técnicos municipales de la Concejalía de Urbanismo se habían propuesto preservar. Al menos por lo que respecta a su fisonomía externa.
Los cinco se habían llegado a incluir en el llamado catálogo de protecciones: el documento que servirá como punto de partida para la redacción del futuro Plan General Estructural en el que se delimita qué elementos arquitectónicos, paisajísticos o naturales se deben preservar por su valor objetivo. Pero los cinco han tenido que salir de su versión definitiva -que se elevará al dictamen del pleno a finales de mayo- en diversos momentos desde que se inició su tramitación, porque sobre los cinco se había concedido algún tipo de licencia de obra (reforma o derribo) antes de que se decretase la primera suspensión de permisos o porque cumplían los requisitos para que se les hubiese concedido.
Es el caso, por ejemplo, del número 48 de la avenida de Alfonso El Sabio, esquina con la calle Segura. Se trata de un edificio de planta baja y cuatro alturas para el que se proponía un grado de protección parcial, lo que hubiese conllevado la obligación de conservar su fachada, además de otros elementos ornamentales. Se planteó que debería quedar preservada al tratarse de uno de los últimos exponentes de la arquitectura de principios del siglo XX (1912) que permanecen en pie en esa céntrica avenida.
También del número 7 de la Avenida de la Estación, esquina con General Lacy, de cuatro plantas. Como en el caso precedente, el catálogo planteaba inicialmente su protección parcial por la misma circunstancia: es uno de los últimos ejemplos de la arquitectura de principios del siglo XX (construido en 1932). Otro tanto sucede con el número 18 de la calle Calderón de la Barca, construido en 1965 y también de cuatro alturas, sobre el que, igualmente, se había planteado la conveniencia de proteger su fachada.
En el mismo perímetro del Centro Tradicional, se encuentra el cuarto caso: en el número 2 de la calle Teniente Durán, un inmueble de tipología racionalista también de cuatro pisos y del mismo año de construcción (1965). Y, por último, el edificio del 26 de la calle Pozo, ya en San Antón, construido en 1930 y considerado uno de los últimos inmuebles de planta baja todavía conservados en la zona. En esos dos últimos casos también se planteaba la protección parcial.
Lo cierto es que el Ayuntamiento estaba capacitado para tratar de mantenerlos en el catálogo. Pero habría quedado expuesto a una posible reclamación en los juzgados con el riesgo de tener que asumir el pago de una indemnización y, además, acabar concediendo la licencia en disputa. Por ello, se optó por seguir un criterio prudente y se renunció a esa alternativa.
Ahora sólo queda esperar a que sus propietarios lleguen a presentar proyecto de demolición o de remodelación para que sus rasgos distintivos acaben desapareciendo. Como sucedió en febrero, por ejemplo, con el número 24 de la Rambla: uno de los últimos vestigios de principios del siglo XX que permanecían en pie en la céntrica avenida que acabará convirtiéndose en un nuevo edificio de siete plantas y 22 viviendas.