ALICANTE. La XXIV Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos de Alicante, en este año de 2016, se ha inaugurado con un acto de autoafirmación. Casi se podría decir que con varios actos de autoafirmación, condensados en las aproximadamente dos horas transcurridas entre las 22’30 y las 00’30 de la noche del viernes 4 al 5 de noviembre.
“La Armonía del silencio”, la obra escogida para abrir la edición de este año, significaba reivindicar el ancla topológica de la Muestra con este Alicante necesitado de naves nodriza culturales. Producción del organismo CulturArts de la Generalitat Valenciana con autonomía total, autoafirmación, por lo tanto, del tejido teatral alicantino. Texto de autora contemporánea con peso en la investigación de nuevas dramaturgias. Autoafirmación del espíritu del certamen. Autora de origen alicantino, Lola Blasco, que recorre a la memoria propia para convertirla en memoria colectiva, esa memoria elidida del discurso oficial y que se mantiene soterrada, a la altura de los graffitis arañados sobre las piedras por los presos políticos, de las inscripciones en las placas a la altura de los pasos. Autoafirmación de una ciudad que hace tiempo que lucha por recobrar su identidad.
El núcleo estético, ético por tanto, de la apuesta de Blasco se puede identificar con dos frases extraídas del manifiesto de David Mamet La tradición del teatro como arte, contenido en su volumen Una profesión de putas: “El artista es el explorador avanzado de la conciencia social. como tal, muchas veces sus primeros informes no son creídos” y “La tradición del teatro como el lugar al que vamos para oír la verdad”.
Una verdad escuchada en un silencio casi reverencial por la Sala del Teatro Arniches, sin una sola butaca libre, con la respiración contenida desde el monólogo apelativo de Mélida Molina que abre la obra, desde el centro de una caja sellada por un diseño escenográfico marcado por la apuesta por el audiovisual. En algún momento me recordó el montaje escenográfico de los últimos espectáculos del grupo trip-hop Massive Attack.
Un texto lanzado al espectador en cuadros enlazados, en los que las diatribas de Ana Mayo y la intensidad de Molina se encontraban, muy a menudo, con el contrapunto entre irónico y de chispazo humorístico de Antonio Lafuente y Toni Misó.
La línea argumental del relato se ve en algún momento resentida por los efectos panfletarios, evocadores, poéticos o didácticos que Lola Blasco inserta como capas de sabores exóticos en una tarta de chocolate, cuando tal vez sólo fueran necesarias diferentes modalidades de éste, pero el resultado general consigue el objetivo pretendido, una obra que mantiene la tensión durante sus casi noventa minutos, mientras va tejiendo su discurso de reivindicación de la memoria.
En un punto muy alto ha comenzado la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos 2016.