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CRUCE DE REPROCHES en el salón de plenos

La fractura política gana el primer debate del mandato sobre el estado de la ciudad de Alicante

El tripartito y la oposición escenifican su división y su incapacidad para llegar a acuerdos. PSOE, Guanyar y Compromís recurren a la herencia recibida y defienden sus parcelas de gestión. PP y C's reprochan la falta de iniciativas y omiten propuestas propias  

15/10/2016 - 

ALICANTE. El primer pleno sobre el estado de la ciudad celebrado este viernes confirmó que hoy por hoy no existe posibilidad de entendimiento. Ni entre gobierno y oposición, ni casi entre los propios componentes del gobierno: PSOE, Guanyar y Compromís. Al margen del silencio del alcalde, el socialista Gabriel Echávarri (quien ejerció su derecho a intervenir para no hacerlo pese a que se había convenido que abriría y cerraría la sesión con sendas intervenciones de 15 y 10 minutos), la única noticia que depararon las tres horas de intercambio de discursos es que de los miembros de la corporación municipal sólo puede esperarse por ahora enfrentamiento, división y cruce de reproches. Mal augurio para la gobernabilidad de la segunda capital autonómica y pésimas perspectivas para la definición del Alicante del futuro. 

Todos y cada uno de los portavoces centraron sus esfuerzos en defender su propia parcela, su acción o su omisión, en estos 15 primeros meses de mandato. Nada de tender puentes, nada de llegar a acuerdos. Sólo el tímido llamamiento que el líder de Compromís y portavoz del tripartito, Natxo Bellido, lanzó hacia la bancada de Ciudadanos (C's) para que arrimasen el hombro y ayudasen a aprobar los próximos presupuestos. No en vano, como admitió el propio primer edil en una entrevista concedida a Alicante Plaza el futuro de las cuentas municipales de 2017 está en sus manos. Eso sí, hasta ese mensaje no pasó de ser un ofrecimiento tímido, nada del cortejo que cabría esperar de un equipo de Gobierno en situación de minoría, que depende del voto de al menos un concejal de la oposición para sacar adelante cualquier iniciativa desde que, el pasado marzo, se precipitase la expulsión de la exconcejal de Vivienda y Acción Social, Nerea Belmonte, por pérdida de confianza en su gestión (había adjudicado de forma directa contratos menores a personas afines).

Tras las formalidades previas que sí desgranó Echávarri (básicamente las reglas del juego por las que se iba a regir el debate, con dos turnos de palabra por cada grupo político; o que el anuncio de que esta modalidad de pleno se repetiría en los meses de octubre de 2017 y 2018 y en abril de 2019), la contienda dialéctica la inició precisamente Bellido. El representante de Compromís comenzó resaltando lo que ya explicaron las urnas el 24M, que el bipartidismo había muerto y, con él, el "caldo de cultivo para la corrupción y la opacidad" al que había llevado. Y barrió para casa al presumir de la capacidad de entendimiento de su partido (fruto de la confluencia de Bloc, Iniciativa y Els Verds). Después, repasó el punto de origen que el tripartito se encontró al llegar al poder (un "ayuntamiento hipotecado e intervenido") y pareció que iba a defender una posición de gobierno al sostener que los tres socios se habían conjurado para salir de "este atolladero", "de esta ciudad sin ley en la que el PP gobernaba a favor de los amiguetes", con el reto de "cerrar los debates abiertos: los horarios comerciales, los veladores, los graneles y también Ikea, con una propuesta asumible y sin líneas rojas, más allá del interés de la ciudad". Sin embargo, tras destacar el logro de una ayuda europea de 11 millones para llevar a cabo el proyecto de regeneración urbana del espacio situado entre los castillos de San Fernando y Santa Bárbara, se centró en la defensa de las áreas controladas por Compromís.

Bellido: "Hemos venido a cerrar los debates abiertos; los horarios comerciales, los veladores, los graneles y también Ikea, con una propuesta asumible y sin líneas rojas, más allá del interés de la ciudad".

A Bellido le sucedió el vicealcalde y portavoz de Guanyar, Miguel Ángel Pavón, con idéntica cadencia. Arrancó con la crítica a la herencia recibida y, después, dio un primer titular: que su intención era agotar el mandato con la hoja de ruta que se firmó el 12 de junio. De aquí, pasó al mensaje directo habitual a la tránsfuga (ex de Guanyar) a quien le reclamó el acta y regresó a las concejalías de su grupo para defender sus posiciones políticas frente al fuego enemigo, sí; pero también amigo. Sobre el bloqueo a la concesión de licencias, dijo que el tiempo de resolución se ha multiplicado por la reactivación del sector de la construcción. Sobre el Plan General, dijo que ya se ha aprobado uno de los documentos de base (el catálogo de protecciones que incluye elementos patrimoniales y paisajísticos). Sobre los problemas de ruido y los veladores, señaló que se ha comenzado a poner orden con el veto a la instalación de nuevos locales de ocio en el Casco Antiguo y con la ordenación de la hostelería. Sobre la actividad de los graneles, que se trata de poner fin al limbo en el que se ha operado durante años. Y sobre la limpieza, que se ha reestructurado un servicio que el PP dejó blindado hasta 2021.

La tercera en intervenir fue la portavoz del PSOE, Eva Montesinos, quien destacó como principal éxito del tripartito la compleja labor de limpiar la imagen de Alicante. "Ya no es una ciudad tóxica en ningún balance", dijo, en relación a los escándalos de corrupción. Después, hizo repaso a los dominios socialistas para resaltar el pago de la deuda (21 millones en 15 meses); los datos positivos del turismo, con casi tres millones de pernoctaciones y el repunte de los congresos o el acuerdo para que Alicante sea puerto base de cruceros; los planes de dinamización comercial en barrios; las obras en instalaciones educativas y deportivas por 1,4 millones; o el refuerzo del transporte y la seguridad.

En la oposición, abrió boca el exconcejal de C's, Fernando Sepulcre, quien no escatimó en críticas al castigo al que, a su juicio, se estaría sometiendo a los empresarios (hosteleros, comerciantes,etc.) sobre todo desde las parcelas controladas por Guanyar. Tras él intervino Belmonte, quien sólo acertó al pedir más diálogo y consenso. Justo lo que ayer brilló por su ausencia.

Más tarde llegó el estreno de Yaneth Giraldo como portavoz de C's en sustitución del dimitido José Luis Cifuentes. Su discurso fue duro. Fue la primera en reprochar al tripartito que se excusase en la herencia recibida, quien acusó a los tres socios de incumplir sus promesas (como la licitación de contratos en precario) y quien hurgó en la herida interna al recriminar a los tres socios una supuesta falta de confianza recíproca.

Y por último, el líder del PP, Luis Barcala, profundizó en el camino abierto por C's para atizar al equipo de gobierno con ataques sobre sus incumplimientos, sobre la falta de unidad, sobre la inactividad, sobre la pérdida de credibilidad, la falta de transparencia en el PGOU y en las conversaciones sobre la llegada de Ikea ("han pasado del luz y taquígrafos a la oscuridad y a los intermediarios", espetó) y sobre sus engaños, como con el tema de los horarios comerciales, porque "no era cierto que se hubiese negociado con el sector", añadió.

Hubo turno de réplica para todos, pero pocos elementos nuevos. Bellido echó en cara a la oposición la falta de propuestas; Pavón respondió que en el urbanismo por primera vez había transparencia tras 20 años de gobierno del PP; Montesinos aireó las fiestas de pijamas de Brugal; Giraldo sacó los colores al tripartito al acusarles de no tener modelo de ciudad o en todo caso de tener tres; y Barcala sostuvo que la responsabilidad de proponer era del gobierno, aunque se ofreció a facilitarles el programa del PP con sus iniciativas.

Para la esperanza, sólo el ejemplo de cooperación entre instituciones de distinto color político que destacó Montesinos en relación al acuerdo marco suscrito con la Diputación Provincial (con un gobierno del PP) para compartir el Auditorio Provincial como centro de congresos. Y para la reflexión, la callada por respuesta del alcalde, que molestó a la oposición (le acusaron de falta de respeto a la ciudadanía) y sorprendió a su gobierno (Bellido dijo que se esperaba que interviniese). La justificación oficial: que Echávarri consideró innecesario intervenir, primero, porque cada portavoz del tripartito ya había defendido la posición del gobierno (así lo habían solicitado expresamente en junta de portavoces). Y, segundo, porque ni PP ni C's habían planteado un debate constructivo que mereciese respuesta. Es decir, que hubiese preferido una oportunidad para establecer un cara a cara que no llegó a producirse.    

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