ELCHE. Es la tercera vez en un mes que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, visita la Comunitat Valencia. Algo inusual si se atiende a cualquier periodo de los últimos años en los que ha gobernado. La cuestiones, claro, no son baladíes, como prácticamente nada en política. Además del anuncio de las inversiones, y de paso del ungimiento del presidente de los populares ilicitanos Pablo Ruz, como alcaldable, hay algo más que esto en su visita. Recientes encuestas señalan que votantes del partido se están fugando a Ciudadanos, que desde la situación de Catalunya, está sacando unos réditos políticos bastante jugosos. Consciente de esto, el partido y Mariano Rajoy han decidido hacer hincapié en poblaciones estratégicas y con peso en lo que se refiere a la industria, el empresariado y los emprendedores. Elche es una de ellas.
Un acto con notable presencia de primeros espadas del partido. Además del propio Rajoy estuvieron presentes el vicesecretario de Comunicación del partido, Pablo Casado, el portavoz en el Congreso, Rafael Hernando y la Ministra de Trabajo, Fátima Báñez. En lo que respecta a líderes regionales, estuvieron Isabel Bonig, José Císcar y César Sánchez. Una reunión para mostrar el apoyo a los emprendedores y para mostrar los dientes de un campo de batalla que en los próximos ciclos electorales parece bastante reñido, como auguran las encuestas. Isabel Bonig, presidenta del PPCV, fue directamente al grano, con una intervención principalmente política, dejando el ámbito empresarial para Rajoy.
Haciendo énfasis en la fuerte presencia del presidente en las últimas fechas, apuntó que Ximo Puig y el Ejecutivo valenciano están centrados en “líos internos” y no en los problemas de los y las valencianas, a los que dividió en tres bloques: desempleo y economía, sanidad y educación. Unos ámbitos que desarrolló y en los que tampoco faltaron referencias a la reforma constitucional que propone el PSOE de cara a un modelo federalista “que no explican”, indicó. La jefa de los populares valencianos fue dura con el gobierno de Puig, y volvió sobre algunos de los temas que más han salpicado al Govern del Botànic, como la ley del plurilingüismo, de la que señaló que se coartan las libertades individuales de los padres y madres para elegir la lengua vehicular de sus hijos, una situación que comparó con la de Catalunya.
En ese sentido, aseveró que Puig antepone sus prejuicios ideológicos también en los servicios públicos, en referencia a las colas y la lentitud de los hospitales públicos. Señaló que Puig y los suyos “están a otra cosa”, centrados en la reversión de la concesión privada a los hospitales del modelo Alzira. Asimismo, y en lo referente a la situación económica, lamentó la limitación de horarios del comercio, indicando que “limitan el comercio”, en referencia al decreto aprobado esta semana sobre la apertura la mitad de días en las zonas ZGAT. Volvió Bonig a apelar a la ideología: “el sectarismo se impone a la libertad, la economía y el empleo”. Y calificó todas estas situaciones como obra del gobierno del Titanic, y no del Botànic.
Antes de dar paso a Rajoy, y con la contienda electoral relativamente cercana, anunció la clásica bajada de impuestos masiva, la supresión del impuesto de sucesiones o de patrimonio, entre otros. También, claro, dio gracias al gobierno de Madrid por las inversiones que anunció el presidente hace unos días de las que se quejaba Carlos González porque estaban sin concretar. Tanto ella como Rajoy en su ulterior intervención, aprovecharon el melón de la financiación para invitar al PSOE a que se siente a negociar un nuevo modelo de financiación, y de paso criticar el que se aprobó en 2009, que dijeron, financiaba a los independentistas. También a un futuro pacto sobre el agua.
Empezó su discurso Rajoy en modo triunfalista, incidiendo en las veces que había acudido su Ministro de Fomento, De la Serna, a la Comunitat, —18 veces— en un año y tres meses, prueba más que fehaciente, dio a entender, de lo que les importa el territorio valenciano. Acto seguido, salvo algún gesto hacia Pablo Ruz —a quien posteriormente daría apoyo público— con un primer plano hablando de los “dirigentes aguerridos y magníficos” del partido, procedió a su laudatio para con los emprendedores, a quienes erigió como figuras clave para la economía, tanto para la creación de empleo como para aguantar el chaparrón durante la crisis. De ellos destacó la perseverancia y la capacidad de sacrificio, en contraposición a “aquellos que piensan que el Estado lo arregla todo”, en referencia clara a los partidos de izquierda.
Y por supuesto, no faltaron las referencias implícitas a Ciudadanos: “no somos un partido de aficionados”, reivindicándose como el principal partido del país, o señalando que “los experimentos líquidos y con gaseosa para otros”, haciéndose valer ante la supuesta sangría de votos que está perdiendo en favor de la formación naranja. Asimismo, entre su speech tan dirigido al emprendedor, destacó los 240.000 millones invertidos precisamente por parte del Estado para dar liquidez a las autonomías durante la crisis, y la necesidad del país de entrar en un proceso profundo de digitalización. De hecho, dio a conocer un programa de 10 millones de euros para PYMES para apoyarles en esa transformación y otro de 20 millones para jóvenes y Tecnologías de la Información (TIC).
Ensalzándose a sí mismo y a su gobierno como ejemplo de “sentido común”, emplazó a la oposición —sobre todo al PSOE— a que hay que reformar el modelo de financiación con propuestas razonables, y que España “no está para espectáculos”, una expresión que podría haber ido dirigida tanto a Podemos como al independentismo catalán. De Elche poco aportó, salvo destacar el peso industrial de la ciudad, y de paso, atribuirle características económicas propias de otros municipios de la provincia, como el sector metalúrgico, del mármol, o del juguete. Pero poco importa eso en los mítines de partido para subir los ánimos post-encuestas. Como él mismo reconoció en el mitin, a veces las cosas no salen como uno quiere.