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el sur del sur / OPINIÓN

El fango viene de atrás

1/10/2017 - 

Bueno, lo del tripartito de Alicante se veía venir: la citación del alcalde, Gabriel Echávarri, como investigado ha sido el detonante para que sus socios de Gobierno pidan su relevo. Por fin, han salido a la luz los odios y las cuentas pendientes que se tenían los tres, que se resumen en: más allá de las diferencias, Compromís no soporta las formas del primer edil, están casados de él; y que entre Echávarri y el líder de Guanyar, Miguel Ángel Pavón, hay animadversión mutúa, y claro está, muchas diferencias, como es evidente, y después está el ajuste pendiente que persiguen EU y el PSPV alicantino.

Si no viniéramos de donde venimos, de 20 años de gobierno de PP, de escándalos, acusaciones, desfiles por los juzgados, la citación judicial del alcalde no dejaría de ser un acto reglamentario -es lo habitual que se le cite- y su imputación, una garantía procesal (en la Diputación de Alicante, hay varios imputados y un procesado, y hay una felicidad inmensa). Pero como venimos de dónde venimos, que el listón de solicitar las dimisiones está tan bajo, que aquí no se ha respetado nada. La imputación ha sido la excusa para darle un zasca a Gabriel Echávarri por su manera de gobernar, de ir por libre, de quejarse de sus socios de Compromís en València o puentear a alguno de sus concejales. Casos hay más que sobra, creo que no es menester reproducirlos aquí.

En el caso de Compromís, no es que Echávarri haya dinamitado la relación con el socio del PSPV en el Botànic, lo que hay es decepción en las filas valencianistas: consideran que el alcalde no tiene el perfil de líder, de hombre generador de consensos y de hacer piña con sus concejales, aunque sean de otros grupos, y, por ello, han preferido (o prefieren) bajarse del autobús. Lo normal es que hubieran esperado a la declaración judicial del viernes, pero sus tres concejales no quieren ponerse colorados otra vez. Además de los desaires que llevan acumulados, creen que Echávarri volverá a ser a citado a declarar por el caso de la cuñada de Barcala y, por lo tanto, quieren evitarse ese trance. En resumen, prefieren mantener su discurso de la ética política a mojarse por el actual alcalde. Pîden un relevo que saben que es imposible. 

Con Guanyar, sobran las razones. Más allá de las batallitas, o hay un comunión con un sector de Esquerra Unida, la que lidera Miguel Ángel Pavón y actualmente secunda el abogado José Luis Romero y la asesora Teri Rubio, que se está cobrando las cuentas pendientes con el PSPV, con la colaboración de Podemos. Todos juntos dinamitaron a Nerea Belmonte por causas menores, sin caer que su concurso era necesario para aprobar un presupuesto o para hacer un relevo en la Alcaldía, como ahora reclaman; permitieron que Marisol Moreno siga de concejala pese a estar condenada -aunque el motivo viniera de atrás- o por cómo debe ser la relación del ayuntamiento con el empresario Enrique Ortiz:  Guanyar insiste en que no se le debe dar ni agua, ni en la basura ni en el Hércules. La gran pregunta es saber serán capaces de pasar a la oposición y perder todos los sueldos.

En resumen, lo sucedido este viernes es el fracaso de los tres partidos juntos en el equipo de gobierno y del alcalde, por no haber sabido manejar las diferentes sensibilidades, más allá de las diferencias. Ese pacto fue una camisa de fuerza, porque así lo quiso Guanyar, con la aquiescencia de PSPV y Compromís, y nunca dejó espacios para la discrepancia, como si ha sucedido en otros ayuntamientos, donde los socios votan en contra y no pasa nada. Cuestiones como los horarios comerciales, la polémica taurina o la municipalización de servicios públicos se debió dejar fuera del programa al ver que no había acuerdo posible. Pero la persistencia en esos temas, lo ha llevado al límite. La imputación, lo ha hecho saltar por los aires.

Aquí, en estos momentos, sólo hay dos soluciones. O admitir el fracaso de los tres partidos, y dejar paso a la fuerza más votada, que es el PP, con ocho concejales. Esta situación sería un balón de oxígeno para Luis Barcala, que sería nombrado candidato a la Alcaldía sin discusión -salvo drama mayor- y despejaría las opciones del subdelegado del Gobierno, José María Saval, que es, hoy por hoy, la opción de la dirección provincial del PP. Barcala, con su denuncia, hubiera conseguido su objetivo: derrocar al fracasado tripartito.

Y como esto no tiene visos de ser así, a tenor de los planes del PSPV, sólo queda, si es posible y temporalmente, que Ximo Puig pilote la operación de jugársela a la ruleta rusa con Gabriel Echávarri: gobernar en minoría con los presupuestos prorrogados y las inversiones de los remanentes y el respaldo continúo y visible hace la ciudad de Alicante. 

La operación Eva Montesinos, pese a la voluntad de Guanyar o Compromís, en estos momentos, no es posible. Nerea Belmonte, a la que todos masacraron sin caer en la cuenta de que era la concejala decisiva, quiere que su honor sea restituido tras la afrenta de Esquerra Unida, algo que la ley no sabemos con claridad si permite. Pedir generosidad a estas alturas, con los cuchillos clavados en la espalda, es una quimera. Ni habrá generosidad entre los socios del tripartito, ni, por su puesto, con Ciudadanos, que huele sangre. El viernes fue el 1-O de Alicante. Los puentes están rotos: la tensión acumulada se lo ha llevado todo los aires. El fango venía de atrás. El fracaso de Alicante no es diferente al resto, pero lo han retransmitido para todo el mundo. Y eso en política, a veces, no tiene reversión. O sí, pero en contadas ocasiones, pero con estos protagonistas (en plural), no. Suerte a los estrategas: tienen trabajo. Busquen a otros.

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