BARCELONA (EFE). El Barcelona se encuentra en un momento de incertidumbre deportiva, subrayada ayer al distanciarse dos puntos más del Real Madrid (ahora está a seis del líder), y afronta esta semana el partido contra el Hércules en la Copa como una tregua antes de atacar el sábado un Clásico al que llegará muy apurado.
El empate de anoche en Anoeta (1-1), donde no gana desde hace siete temporadas (cinco derrotas y dos empates), fue lo más destacable de una velada que ha dejado muchas heridas, empezando por el juego de los barcelonistas, casi irreconocible, hasta declaraciones sin pelos en la lengua, como las expresadas por uno de los jugadores de referencia, Gerard Piqué, quien sentenció: "Así será muy difícil ganar la Liga".
Este sentencia, además de referirse a la "actitud" del Barça en el primer tiempo, pone al equipo de Luis Enrique Martínez en una difícil tesitura a pocos días del Clásico, máxime cuando un nuevo tropiezo, como podría ser una derrota, dejaría al Barcelona en una situación muy complicada, y a nueve puntos de la cabeza.
De todos modos, una situación algo parecida también la vivió el equipo catalán hace dos cursos al salir derrotado en Anoeta (1-0), cuando la suplencia de Messi acabó por originar un cisma como hacía años que no se había visto en el Barcelona, hasta el extremo que el presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, anunció que adelantaría las elecciones al verano, con el fin de calmar lo que se había convertido en un onda expansiva que amenazaba con llevárselo todo por delante.
En el siguiente partido, el Barcelona se repuso en el Camp Nou contra el Atlético y trazó un camino de éxito que le llevó a repetir, como en el año 2009, un triplete histórico, con Liga, Copa y Liga de Campeones.
No es la primera vez que una situación deportiva, con malos resultados, pobre juego y todo ello con los focos de Anoeta, ha situado al Barça y a su entrenador en un situación de sospecha, con la amenaza de que poco o nada se podría esperar del equipo azulgrana en adelante.
El hecho es que, en otras ocasiones, el Barcelona no sólo se ha levantado, ha mejorado su imagen y ha acabado por jugar mejor, sino que además de ello los títulos le han sido generosos: un triplete hace dos cursos y el doblete del pasado.
A pesar de que los acontecimientos del pasado puedan ayudar a los barcelonistas a relativizar el momento actual, es innegable que en el barcelonismo se observa con mucha preocupación que en la tercera temporada de Luis Enrique el Barça manifieste lagunas respecto al juego que se espera de sus jugadores, y prueba de ello han sido los dos últimos partidos de Liga, con seis puntos en juego y sólo uno agarrado por un tanto de Messi y otro por un empate contra el Málaga (0-0).
Anoche en Anoeta, además, ni los números de las estadísticas que casi siempre tiene a su favor estuvieron con los azulgranas, que perdieron en casi todos los guarismos, especialmente en el de posesión (52 % frente al 48 % azulgrana), así como en el de localización del juego, que se desarrolló preferentemente en el campo de los culés.
Que la primera entrada en el área de la Real llegase cuando el crono superaba el minuto 40 de la primera parte también subraya la dificultad que tuvo un Barça cuyo dominio del balón y espacios fue superado por su rival, al frente del cual se encuentra Eusebio Sacristán, uno de los alumnos aventajados de la escuela cruyffista.
Este miércoles el Barça se cobija en la Copa, torneo que junto a la Liga se ha llevado en las dos últimas temporadas, y se medirá ante un Hércules del cual no guarda ningún buen recuerdo de su último pulso en la Liga hace veinte años.
Para la Copa, Luis Enrique echará mano de los menos habituales para repartir fuerzas, y que jugadores como Messi, Neymar y Luis Suárez, entre otros, se tomen un descanso para afrontar el sábado un partido en el que parece que los azulgrana llegan en inferioridad de condiciones respecto del Madrid.