joseba barrón arniches presenta 'Las sagas de Arniches' este miércoles en la casa bardin

Arniches no se exilió: "Fue a Argentina para ganar dinero durante la guerra y mantener a su familia"

El biznieto de Arniches presenta el libro Las sagas de Arniches, editado por el instituto Gil-Albert, en el que disecciona los más de 2.200 personajes que encontró en los textos del dramaturgo, quien estableció una relación constante y evolutiva entre ellos que pasó desapercibida. Este miércoles, 12 de abril, a las 19:30 horas, cuando se acerca el 80º aniversario de su fallecimiento

12/04/2023 - 

ALICANTE. El médico Joseba Barrón Arniches ha escrito quince libros sobre su bisabuelo Carlos Arniches (1866-1943), pero no fue hasta hace unos seis años cuando se despertó en él esa pasión por conocer la vida y obra del célebre dramaturgo alicantino. “De pequeños sabíamos que nuestro bisabuelo había hecho algo importante porque nos lo decían en clase, pero no reparábamos en conocer más”, confiesa. Luego disfrutaban con el programa Estudio 1 de Televisión Española, donde se emitían representaciones teatrales, en muchos casos con obras como La señorita de Trévelez, pero no pasaban de ahí. “Éramos unos analfabetos sobre la obra de Arniches y en esa tesitura nos mantuvimos hasta 2017”.

Ese año se le ocurrió leer a sus hijos un fragmento del libro Vida y teatro de Carlos Arniches (Alfaguara, 1966), del escritor alicantino Vicente Ramos, que fue el inicio de todos los estudios modernos que se han hecho sobre el dramaturgo. La lectura no solo agradó a sus hijos, sino que le entusiasmó a él y quiso saber más sobre su figura. “El primer capítulo ya me atrapó con sus anécdotas de niño en Alicante o su traslado a Barcelona”, recuerda. Unas peripecias que fueron enganchándole y así decidió escribir el primer libro recopilando información sobre las cinco viviendas en las que había residido a lo largo de su vida.

Buscando información, le preguntó a su madre, nieta de Arniches, si guardaba algo de él, pero en el año 1998 habían donado la mayor parte de su legado a la actual Fundación Mediterráneo, que conserva los documentos originales de todas sus obras. María Victoria Sotomayor había hecho la selección de esos ejemplares, pero había guardado dos cajas de documentos privados que se mantenían en la familia. “Una de sus mayores investigadoras”, destaca Joseba. Ahí encontró joyas como su primer contrato de trabajo en el Ayuntamiento de Barcelona, a los diecisiete años, como escribiente del padrón municipal.

Digitalizó todos los archivos y después escribió su segundo libro, para su familia, titulado Los pilares de Arniches. “El primer pilar de Arniches es su mujer, Pilar Moltó, y su segundo pilar es mi madre, Paloma Arniches; a través de ellas dos se ha mantenido su legado”, explica. Tras la investigación, decidió leer y releer su obra al completo, estudiando cada detalle. Un inmenso trabajo que le ha llevado hasta la presentación, este miércoles, de su decimoquinto libro, Las sagas de Arniches, editado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, texto en el que disecciona los más de 2.200 personajes que ha encontrado en las obras del dramaturgo alicantino, quien estableció una relación constante y evolutiva entre ellos, aunque pasó desapercibida.

El amor hacia sus personajes

“Mi impresión es que Carlos Arniches quería a todos sus personajes, pero además creo que no se los inventaba, sino que eran personas reales cuyas vidas él teatralizaba”, apunta Joseba. “En la obra Las manías, me encuentro con un forzudo que se ganaba la vida de hombre anuncio y haciendo planchas”, recuerda. Cinco años después de esa obra, escribe otra en la que aparece otro forzudo que también hacía planchas. Un detalle en el que reparó y que le llevó a estudiar más ese aspecto de los textos. Encontró a un Serafín que aparece en nueve obras. Un Andrés que aparecía en seis. Eulogio, Cisco y otros tantos, que aparecían sin parar y que sus edades iban incrementándose en función del año en el que escribía las obras, pero no cambiaban sus personalidades e incluso los chistes a veces se repetían.

Ese tal Cisco, que una primera obra tiene veintitantos años y le roban la novia, aparece veinte años después, con cuarenta y siete, siendo el alcalde de un pueblo en la obra Los caciques, y se llama Acisco Arrampla Pael, haciendo un juego de palabras en una crítica a los caciques corruptos. “Se lo debía pasar genial”, afirma.

“Yo no sé leer, sino estudiar, así que cuanto más leía más anotaba detalles que iba percibiendo, estableciendo después similitudes o patrones”, describe Joseba. Encontraba mensajes que ha querido reflejar en sus libros, no solo para el público, sino también para preservar a Arniches en la memoria sus descendientes. Ese es el arranque de la pasión por la vida de su bisabuelo que se ha traducido en otro nuevo libro en el que profundiza en los papeles que desempeñan los personajes del ilustre escritor. “Todos tienen etiquetado a Arniches como un sainetero, un hombre de chistes, pero él siempre se definió como una persona que buscaba evitar los malos vicios de la sociedad, y eso se ve constantemente en sus personajes”, destaca Joseba.

Él se tenía como una persona que estudiaba la sociedad y trataba de corregir los problemas difundiendo sus ideas con el humor. “Me he encontrado a una persona muy implicado con la sociedad; un pensador con una filosofía muy comprometida al que le han dado por todos los lados porque no perdió su espíritu crítico con todos y nunca se quiso posicionar”, explica. Siempre diciendo lo que pensaba a través de la comicidad.

Criticado de derecha a izquierda

“Recibió muchos tortazos por parte de la iglesia porque, siendo católico y conservador, él defendía una iglesia del pueblo y no de la curia”, destaca el biznieto. Pero, al mismo tiempo, defendía la libertad de la mujer y denunciaba los abusos de la corrupción en el mundo rural. Ahí está El padre Pitillo (1937) —escrita en Buenos Aires, durante su traslado a Latinoamérica en plena la Guerra Civil—, obra emblemática de Arniches en la que aparece un cura que es apartado de la iglesia por la propia iglesia pero que en España se censuró cambiando a quienes le apartaban por una figura política.

“En la parte final aparece una madre soltera a quien había dejado embarazada el hijo de un cacique, que le deja, pero luego se arrepiente y quiere volver, aunque ella le rechaza porque prefiere educarle en sus valores”, destaca. En la versión española ella acepta y se casa, de modo que el niño nace dentro del matrimonio. “Ahí Arniches venía a decir que la mujer no tenía que juntarse con quien le había engañado, porque los sinvergüenzas siempre serán sinvergüenzas, y ese mensaje era muy transgresor en la época”, describe.

La solución de Arniches: el perdón y el olvido

Joseba tiene la sensación de que le ha pillado. “Yo le preguntaría si es verdad que tenía a todos esos actores en la cabeza y creo que me diría que sí, pero me encantaría escucharle diciéndolo, aunque también me gustaría saber si en la obra Los hermanos Dorronsoro, él plasmó lo que yo entiendo, que es las dos Españas, planteando como solución al conflicto el perdón”, afirma el autor. Después tras la barbarie fratricida, desde Argentina, donde se trasladó para poder sostener económicamente a toda su familia, proponía también el olvido. “Querría saber si le he interpretado bien”, apunta. Pero Arniches es mucho más. “Hizo un estudio sobre la avaricia en El tío Miseria e incluso un estudio sobre cómo un discapacitado puede ser el eje y soporte de toda una hacienda en la obra que se titula El hombrecillo”.

“Estamos aquí para liberarnos de la miseria”

Carlos Arniches se echó a la espalda a toda su familia. “Fue a Argentina para ganar dinero durante la guerra y poder mantenerlos a todos; se marchó para sostener a su familia y eso puede ser algo que no haya quedado claro todavía a sus biógrafos, porque es algo que hemos descubierto ahora en una carta que estaba dentro de una carpeta azul en las cajas que tenía guardadas mi madre”. Un texto que escribe a sus hijos desde Argentina, mientras dos de sus hijos estaban en Francia y el otro hijo permanecía refugiado en una embajada en Madrid al ser un alto mando del ejército republicano que había renunciado a luchar. “Ya sé por qué estamos aquí: para liberarnos de la miseria a nosotros y a nuestros nietos, que qué sería de ellos sin vuestra ayuda”, escribió Arniches.

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