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por amor al arte

Fernando Simón

  • El coordinador de alertas sanitarias de Sanidad, Fernando Simón

La ansiedad y confusión mental genovesa se traslada velozmente a los centros de resistencia anti-rojo-gubernamentales como Madrid D.F. o el Ayuntamiento de Alicante. Aquí no necesitamos contratar a Miguel Ángel Rodríguez, MAR. Porque le tenemos a él: Luis Barcala. Capaz, en menos de una semana, de soliviantar a los vecinos del centro, a funcionarios, a Salvem el Nostre Patrimoni, saldar cuentas del pasado con el patrón Enrique Ortiz…Y eso sí, asegurarse ¡tan-ta-tachán! con el pecado inmortal de un pacto impresentable con la extrema derecha, los presupuestos para la legislatura entera. Y la errática colaboración de la simpática titubeante y sorpresiva política de C’s, creadora de abismos, fisuras y desencuentros. Votos cruzados y contradictorios en cuestiones “culturales y esencialistas”. Como el veto parental. Que el socialista Toni Francés anuncia trasladar a la Diputación. Paco Sanguino pone la luz, Natxo Bellido trellat y Xavier López impuls. Regreso al futuro. Una pintada del 74: Parlem Valencià.

Ladies and Gentlemen: queda solemnemente inaugurado el “periodo de transición”. El desencanto ha abatido a media Europa. Good Bye. Aquí tenemos la España eterna, ojerosa y cabreada disparando contra “las sucias manos y los marxistas deseos y apetitos sexuales” del rojerío en el poder. Con el viento de las encuestas a favor. Y el del dinero. Ana Botín ha declarado que confía en la coalición de gobierno y que “la economía es ahora más sólida”. Qué calvario. Ninguna de las derechas -a excepción del PNV- puede -grrrr- aceptarlo. Vox arrastra monte arriba, al resto del ala política y mediática conservadora. Que incendia, torrencial y por su orden, muy al estilo vaticanista Steve Banon, a los empresarios agricultores, a los enormes negocios de la salud y de la enseñanza privada. Y, esto toca hueso: las instituciones. Este ataque trabucaire lleno de irracionalismo y rabia sume en una depresión postparto a la patria y fatría bien pensante. El fragor resta agilidad e inteligencia. Si perdemos el civismo, las buenas maneras y el sentido del humor -Ordeeeer, que aullaría John Bercow- nos quedamos en los huesos.  Aquí tocaría citar a Oscar Wilde. Ya no hay pijos como los de antes.

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