Que Ciudadanos es un partido moribundo dan fe las encuestas. No sólo desde la moción de censura de Murcia, sino que los síntomas de agotamiento discursivo -ante la falta de inteligencia de Albert Rivera para saber leer los resultados del 28 de abril de 2019- venían de lejos y se manifestaron el 10N, cuando redujeron la representación a 10 escaños en el Congreso de los Diputados. Desde entonces, Murcia incluida, Granada después y por medio Toni Cantó, el partido naranja, ahora con Inés Arrimadas, ha perdido hojas como una margarita que se debate entre el si y no quiero con el PP. Y en ese intento de salir del atolladero del que se encuentra, Arrimadas intenta mantener a flote el esqueleto del partido bajo la marca de Liberales.
Mientras hay vida, hay esperanza, dirán los más fervientes seguidores naranjas, esos que vieron nacer el partido en Cataluña, como contrapeso al soberanismo, y como elemento de regeneración de la vida política ante los escándalos de corrupción y los tropelías de la banca tras la crisis inmobiliaria.
Pero una cosa es lo que sucede en el tablero nacional, y otra aquí bajo, en la tierra más próxima. Más allá de errores, fugas, deserciones o pactos con el PSOE, ya comienzan a detectarse varios elementos, síntomas, de que al final del mandato puede haber una importante absorción de cargos de Ciudadanos hacia el PP, otros de la pérdida de ese olfato respondón ante determinadas tropelías cometidas por el bipartidismo y alguno que otro en el que se ve lo difícil que es a veces compartir un Gobierno con un socio que comienza a mostrar tics de mayoría absoluta.
Quizás estos síntomas se vean en la comarca de l'Alacantí, en los que Ciudadanos cosechó unos magníficos resultados en las primeras generales y autonómicas de 2019 y en las locales que se celebraron un mes después. Por ejemplo, el caso de Sant Joan d'Alacant. Si uno ve las imágenes del pleno que sirvió para proceder al cambio de Alcaldía, en el que el PSPV en virtud de su acuerdo, cedía por dos años la vara de mando al naranja Santiago Román podrá vislumbrar el desembarco y celebración de la cúpula del PP -con Carlos Mazón y Luis Barcala- ante el relevo. En este caso, el PP de Sant Joan, como se diría en el argot futbolístico, la vio pasar, y todos los parabienes, incluidos los del PP, fueron para Román, no lo olvidemos, alcalde de Ciudadanos.
No es algo nuevo. Hace tiempo, y aquí hemos informado en varias ocasiones, que el PP buscaba el voto de censura con Román como alcalde, pero Ciudadanos lo frenó durante la pandemia. La imagen del cambio de alcalde de Sant Joan es de caída de fruta madura. O la objetivo conseguido. Si uno ve la fotogalería, insisto, lo de Cs y el PP está hecho.