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Batacazo de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en Galicia

  • Rueda y Feijóo. Foto: EP/Gustavo de la Paz

VALÈNCIA. La errática campaña del PP, con ese broche de oro de filtrar a la prensa que Alberto Núñez Feijóo contemplaba el indulto para Carles Puigdemont, así como la evolución de las encuestas en los últimos días, había generado la impresión de que esta vez habría partido en las elecciones gallegas, a diferencia de lo sucedido en citas anteriores. Pero los resultados, aún no definitivos, nos muestran un escenario de gran estabilidad, caracterizado, una legislatura más, por la incontestable hegemonía del PP.

Una hegemonía fortalecida, sin duda, por los pequeños trucos del sistema electoral gallego (que otorga directamente diez escaños a cada provincia con independencia de su población, con lo que los diputados en Orense y Lugo, provincias más conservadoras, salen significativamente más baratos que en Pontevedra y A Coruña, provincias con mayores núcleos urbanos e implantación de la izquierda). Una hegemonía más rural y de votantes de mayor edad. Pero hegemonía al fin. El PP gana elecciones con el 45% de los votos o más, y esta vez, de nuevo, suma más votos que la combinación de sus dos principales rivales, BNG y PSdG. Parece que se quedará en 40 escaños, dos menos que en 2020, pero dos más del mínimo que necesita para la mayoría absoluta.

Es un buen resultado para el PP, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes más inmediatos. Es bueno porque aleja la sombra de la duda sobre Núñez Feijóo y estabiliza su liderazgo, que sin duda llegará a las próximas elecciones generales, se celebren cuando se celebren. Una vez más, Galicia es garantía de solidez para el PP, como lo ha sido casi siempre.

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