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presentó ‘Los cuerpos partidos’, en la librería ’80 Mundos’ este viernes

Álex Chico: “En el exilio no hay un mínimo lugar para el optimismo”

  • Álex Chico / FOTOS: RAFA MOLINA

ALICANTE. El escritor original de Plasencia Álex Chico –‘Un final para Benjamin Walter’- nos ha vuelto a sumergir en su maravillosa atmósfera de búsqueda de la verdad en el ser humano. Un universo plagado de lugares, que en realidad habla de un único espacio universal de comprensión y empatía, y que aborda desde sus críticas en el ‘Clarín’ hasta la revista ‘Quimera’, donde forma parte del consejo de redacción. ‘Los cuerpos partidos’, su último libro, en la transversalidad de varios géneros, narra el proceso migratorio de su abuelo entre los años sesenta y setenta. Granada, Francia, Bélgica. Barcelona. Este es, particularmente, el destino en el que decide quedarse el autor, desde donde teje una acertada lista de reflexiones. Podría ser cualquier otro, por ejemplo Siria, y cualquier momento. Entrevistamos a Chico en la librería ’80 Mundos’, adonde llega tras sus presentaciones en Catalunya, Andalucía, Extremadura y Murcia.

-Álex, ¿cuándo se parte un cuerpo?

A: Cuando se desplaza. Cuando tienes que dejar un lugar para marcharte a otra parte y comienzas a ser consciente de todo lo que has dejado atrás. Un cuerpo se parte cuando nos exiliamos, cuando emigramos; al moverse, digamos, de manera forzosa. Y es justo en ese desplazamiento cuando uno comienza a ser consciente de todo aquello que ha ido dejando atrás. Ahí es cuando el cuerpo se fractura, hay una escisión que, de alguna manera, te acompaña al lugar al que uno llega.

-En contraposición a aquel desplazamiento más consciente, y deseado.

Me molesta que, en la actualidad, la gente entienda la emigración como un ‘capricho’ juvenil

A: Sí. Es verdad que, tal vez esto, me lleve a pensar un poco en la diferencia entre ‘emigración’ y ‘exilio’. En el libro intento, no digo equipararlos, pero sí aproximarlos. Es cierto que me he dado cuenta de una cosa a propósito de ‘Los cuerpos partidos’: en la emigración, al menos, hay una parte que sí puede dar pie a la esperanza, a cierto optimismo, a la posibilidad de reinventarse y buscar otra vida. No en todo, pero sí hay muchos emigrantes que vivieron esa posibilidad. En el exilio, no; no hay un mínimo lugar para el optimismo, ni tampoco para la esperanza. Es verdad que hay desplazamientos voluntarios y otros más involuntarios. Lo que me molesta un poco es que algunos de ellos se perciban en la actualidad como si fueran una especie de ‘capricho’ juvenil.

-Un proceso cíclico, que se ha repetido a lo largo de la historia. ¿Somos muy poco considerados, poco tolerantes, en este sentido?

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