VALÈNCIA. “¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con él”, así le confiaba Federico García Lorca a su amigo Gabriel Celaya la amistad clandestina que mantenía con José Antonio Primo de Rivera. Ese vínculo silenciado de afecto entre el poeta y el líder de Falange fue recogido por Celaya en su obra Poesía y verdad. Papeles para un proceso (Editorial Planeta, 1979). Su testimonio, así como el del ensayista Luis Rosales, sirvieron de base a Jesús Cotta para su ensayo Rosas de plomo (Stella Maris, 2015), cuya reseña en prensa fue leída con curiosidad por el dramaturgo valenciano Jacobo Julio Roger.
La anécdota se quedó aletargada en su memoria hasta que la crispada actualidad política la ha hecho emerger en una versión teatral, personal y onírica, que los días 7, 9 y 10 de marzo representa en Carme Teatre. La obra, titulada José Antonio y Federico, rastrea los elementos comunes entre el referente republicano y el sublevado, iconos de los bandos enfrentados durante la Guerra Civil. “Lo que contamos es que es posible la amistad entre personas de izquierdas y de derechas, y que no hay que esconderse por ello”, resume Roger, que para documentar su texto, además de la obra biográfica de Cotta, ha leído los libros del hispanista Ian Gibson sobre las figuras de ambos mitos de la España dividida y los discursos de Primo de Rivera, al que interpreta el actor Vicent Pastor.
Polos de imán no tan opuestos
“José Antonio es un personaje muy interesante, porque tiene dos caras: era anticapitalista, pero populista. Hay textos vastísimos sobre la reforma agraria, en los que apoya la propiedad privada, los derechos laborales y el paro, porque denuncia que el 90% de la gente está arañando suelos estériles, mientras los caciques concentran la mayor parte del campo y lo mantienen yermo, así que apuesta por un reparto equitativo de las tierras y por quitárselas sin contemplaciones a aquellos que las malogran y las han adquirido ilegalmente”, relata el dramaturgo, que ha recabado en entrevistas a supervivientes de la época la fascinación que el político español ejercía entre las masas. Igualmente magnético era Lorca, al que da vida el actor Rafa Segura.