VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, capitanea desde el pasado sábado una misión comercial a China y Japón con empresarios valencianos con el objetivo de expandir el mercado de la Comunitat en territorio asiático. Una expedición que, no obstante, ha tenido lugar en un momento de especial efervescencia dentro de la política valenciana y nacional. Nadie tiene el don de la ubicuidad, pero lo cierto es que si Puig hubiera sido consciente de lo que iba a ocurrir estos días, quizá hubiera optado por enviar a otros emisarios a este viaje.
El primer hecho destacado es, indudablemente, la pérdida de la Alcaldía de Alicante a manos del PP. El PSPV tardó en reaccionar ante las imputaciones de Gabriel Echávarri y, sobre todo, ante el fallido gobierno de coalición que estaba teniendo lugar en la localidad. La inacción, al menos en este caso, ha terminado pagándose cara para la formación socialista así como para sus socios en el gobierno local.
Así, sus intentos de subsanar el desaguisado no han funcionado y este jueves se toparon de bruces con la realidad en la investidura de un nuevo alcalde del PP, en este caso Luis Barcala. Aunque el presidente de la Generalitat y líder del PSPV, Ximo Puig, no suele implicarse en primera persona este tipo de asuntos, quizá una intervención personal en las últimas horas hubiera podido apuntalar el proceso para que no concluyera con la pérdida para la izquierda de la segunda ciudad más importante de la Comunitat.
Lo cierto es que, quizá ha sido cuestión de mala fortuna, la agenda ha sido impenitente para Puig en su ausencia. El jefe del Consell también se perdió el miércoles una foto importantísima de 30 alcaldes valencianos en Madrid encabezados por Joan Ribó reivindicando fondos para el transporte metropolitano, que ha vuelto a quedar marginado en los Presupuestos Generales del Estado de Rajoy. De esta manera, fue Compromís quien capitaneó una exigencia que los socialistas vienen defendiendo desde años atrás y que, además, quedó sin recepción por parte del ministro de Haciendo, Cristóbal Montoro, y postergándose para una fecha posterior.
No fueron estos los únicos hechos reseñables que han ocurrido esta semana y en los que Puig no ha podido participar en lo que llevamos de semana. En estos días se ha recuperado el debate sobre la reforma del sistema de financiación con reuniones de Mariano Rajoy con la presidenta andaluza, Susana Díaz y su homólogo aragonés, Javier Lambán. Todo ello aderezado con la promesa de una convocatoria del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) para las próximas semanas que vienen reivindicando los socialistas para que el Gobierno de España presente una propuesta de reforma.
También en el debate nacional, en estos días ha tenido lugar la visita del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, a Alcoi, en la que se vio acompañado del conseller de Hacienda, Vicent Soler. Una oportunidad perdida para Puig de pedir explicaciones a un representante del gobierno estatal respecto a los PGE en lo que se refiere a la Comunitat Valenciana, especialmente en infraestructuras, que se sitúan muy por debajo de la media española.
Por otro lado, aunque seguramente Puig estará más agradecido en este caso, el presidente de la Generalitat y líder del PSPV, ha podido aislarse en su visita a China y Japón de otro de los debates candentes de los últimos días: el auto hecho público respecto a la posible financiación irregular del PSPV. Un presunto delito sobre el que no se centrará la investigación al considerarse prescrito pero que se mantiene vivo respecto a las responsabilidades políticas y con otras posibles infracciones en dos juzgados de la Comunitat como Gandia y Benidorm.
La magistrada apunta a irregularidades administrativas y al desequilibrio en la distribución del dinero, pero no aprecia ilícito penal