ELCHE. Con motivo del 9 de octubre, y para celebrar el día de la Comunitat Valenciana, desde la programación de Cultura quisieron contar con una de las actuaciones musicales más interesantes de este curso y de toda la legislatura. Por la fuerza, por el arraigo, por el simbolismo. Podríamos decir que una confirmación incluso valiente, viendo cómo está el patio, cada vez más tenso y con una sensación de descontrol en el ambiente y de que va a ir a más gracias a aquellos que pretenden apagar el fuego con gasolina y a quienes lo aprovechan. Pero centrémonos en lo musical. Esa actuación, se trata, por supuesto, de la de María Arnal i Marcel Bagés, que han publicado, de largo, uno de los mejores discos de este año con 45 Cerebros y 1 Corazón (Fina Estampa, 2017).
No estaba a rebosar el Gran Teatre, como se esperaba, pero el dúo recibió un calor proporcionado a lo que ofrecieron. O quizá no tanto, porque lo suyo fue pura exhibición. Era un espectáculo ver a Bagés tocando su guitarra acústica o su eléctrica, levitando sobre su silla impulsando por las ondas que él mismo impulsaba. Además, jugando bastante con sus pedales, con el delay, con los loops y jugando con sonidos disonantes en lo que parece una clara herencia de la escuela de Thurston Moore y Lee Ranaldo; Sonic Youth. Arnal, por su parte, trabajaba mucho el cuerpo mientras cantaba, sus gesticulaciones, como explicando, su pose de cantaora, su forma de proyectar la voz, su casi salida de la silla contagiada por la energía de su compañero… Se nota ahí también la influencia del trabajo con el cuerpo de Niño de Elche, a quien nombró. Y no sólo del cuerpo, también su forma de jugar con el micro a la hora de cantar para conseguir diferentes efectos.
Juntos repasaron prácticamente de cabo a rabo su debut en largo, en castellano y en catalán, repasando y revisitando canciones tradicionales, rehaciendo versos y rescatando historias de la desmemoria. De hecho, el título del disco hace referencia a 45 cerebros y 1 corazón que se encontraron en una fosa común de Burgos de 104 cadáveres y en la que estos órganos se conservaron sorprendentemente por las condiciones del terreno. Bella y simbólica naturaleza muerta. Muy viva, en cambio, la interpretación del dúo en sus canciones, desde la cuidada y fuerte interpretación de '45 Cerebros y 1 Corazón’, con la que empezaron, hasta el intimismo y crudeza de ‘Ball del vetlatori’, pasando por la agitativa y experimental ‘La Gent’, entre otras.
Por otra parte, además de repasar el disco, también repasaron un par de temas de su maqueta, Verbena, con la misma temática. De allí sonaron también la ciclotímica y preciosa jota ‘Cançó del Taxista’ y ‘Cançó de Marina Ginestà’. La primera inspirada en las vueltas de los reclusos cuando salen al patio de la cárcel; la segunda, dedicada a la miliciana catalana que se convirtió en un icono al ser fotografiada en una terraza de Barcelona en la Guerra Civil. Es una versión de una canción que cantaban los exiliados que se iban del país durante la contienda.
Uno de los momentos álgidos de la actuación, que más ovación provocaron, llegó primero con la poderosa versión de ‘A la vida’, canción de Ovidi Montllor, una canción muy cargada políticamente. Por el contenido, por el autor y por el momento. Y sí, por la interpretación. Tres cuartos de lo mismo pasó después con la versión del poema de Vicent Andrés Estellés ‘No He Desitjat Mai Cap Cos Com el Teu’, esta vez más centrada en la pasión y el deseo carnal con una tremenda entrada de la guitarra. Un poeta, por cierto, al que también rescató el artista alcoyano.
En resumen, una actuación que rozó la perfección. Arnal y Bagés encogieron al público con las letras, le hicieron cantar en ‘Canción Total’ y su propuesta fue pura exhibición, que va más allá de simples versiones de canciones tradicionales o populares. Las cogen, las hacen suyas y las vomitan con un gran poso de modernidad, ya sea con técnicas más experimentales en lo vocal, con flirteos pedaleros que huelen al indie rock americano, o con cosas tan analógicas, sencillas y naturales como el poderío y la interpretación de María Arnal. ¿Qué es la emoción? Emoción fue su actuación y es su disco. Un chorro de luz dentro de un panorama tan oscuro. Bravo. Bravísimo.
Un poderoso y artístico grito contra el olvido. Pero también a la vida, que diría Montllor.