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Un cóctel sencillo para despertar la imaginación

Where is Juanjo? El día en que Sidney Pollack se tomó un Dry Martini en Valencia

  • KIKE TABERNER

La única vez que Sidney Pollack ha estado en Valencia se presentó en La Edad de Oro, en el corazón del Carmen, para que Juanjo Almendral le preparase un Dry Martini. Quería tomar un trago muy concreto. Se dice que en 1862 se creó el Dry Martini, en San Francisco. También se dice que fue en 1910, en un club de Nueva York. Pero Pollack no quería tomar la versión de 1862 ni la de 1910, sino la preferida por Luis Buñuel. Pollack admiraba a Buñuel. Pollack bebía —a ratos— como Buñuel. La historia del Dry Martini del que voy a hablar empezó con Buñuel, ya lejos de Calanda.

Dejó escrito el director español —en unas de las memorias más maravillosas que existen, tituladas Mi último suspiro—, que “en un bar, para inducir y mantener el ensueño, hay que tomar gin inglés”. Uno sabe que las palabras de algunas personas ilustres son como las de un dios. Sidney Pollack y Juanjo Almendral, por ejemplo, también.

La noche en que Sidney y Juanjo quedaron unidos para siempre comenzó una semana antes, en el estreno en Valencia de un documental sobre el director aragonés. En ese acto, Juanjo fue el encargado de preparar los Dry Martini. “Conocía la historia del cóctel de Buñuel. Me encargaron que preparase sesenta, para los invitados. Al final fueron ciento veinte”. Juanjo me cuenta todo esto en Russafa. Lo hace mientras paseamos por la calle en uno de estos días en que están los bares cerrados por las medidas de control de la pandemia. “A finales de 2019 abrimos mi socia, Reme Maldonado, y yo un local en la calle Cádiz, el King Creole. Cuatro ratos hemos podido estar allí desde entonces”. Juanjo y yo no nos conocíamos, aunque yo a él, en cuanto lo he tenido delante, me dio la sensación de que sí. Es alto, corpulento, lleva gafas de madera —nada que ver con las que algunas revistas de moda regalan a veces en verano—, las suyas molan, viste como es, es decir, que su aspecto te lleva a pensar en alguien a quien le gusta mucho el rock, mucho el cine y mucho la literatura. Dejó a los 25 años su plaza de cartero para montar con otros cinco socios el pub Continental, fue a mediados de los 80, cuando en Madrid, Enrique Tierno Galván bailaba a ritmo de La Movida y aquí, el alcalde Ricard Pérez Casado quiso imitarle. En Continental cabían 900 personas, cerraba a las seis de la mañana, ni existía la Ruta del bakalao. En esa época Juanjo aún no preparaba Dry Martini.

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