Recalé el viernes pasado en Bétera, municipio de la comarca del Camp del Turia, acompañado de Ady y de un buen grapado de mandarinas. El maletero de mi furgoneta lo cubría un tapiz de oronules. La travesía por la ancha València fue larga, sorteando por el scalectrix de vías a los motoristas que venían a Cheste a disfrutar de una velada de velocidad y ruido. En la Albereda me esperaba el bueno de Jesús Costa. Radiaba de una felicidad interna de mi cita online con Bétera. En ese momento presencial.
Son muchos y principales los motivos. Me une con Bétera mucho. Viví casi cinco años al costat de las antiguas vaquerías y cursé la instrucción del servicio militar en dicho cuartel. No me arrepiento de no haber sido objetor de conciencia. Nueve meses y adiós a las armas. Pero la principal causa de mi unión con el municipio fue el importante legado que mis abuelos contrajeron con la localidad.
Hoy, el chalet de la estación, la Casa Nebot, es un espacio público con el fin de servir a los ciudadanos. Sigue en pie con alguna modificación y alteración arquitectónica que otra. Realmente fue una pena porque en un tramo de mi vida mantuve una fiel amistad con el pulcro y elegante escritor Ignacio Carrión. Mi abuelo adquirió la hacienda a su abuelo (Villalba), y decidimos trabajar juntos en la elaboración de un pequeño libro de la historia del chalet de la estación. La muerte de Ignacio nos privó a muchos amigos y familiares de avanzar en el texto. Vicent Nebot uno de ellos.