VALÈNCIA. A menos de siete meses de las elecciones locales y posiblemente autonómicas -se prevé que ambas se celebren el 28 de mayo-, los partidos políticos con aspiraciones relevantes en la Comunitat Valenciana depuran sus estrategias para tratar de rentabilizar sus posiciones políticas lo máximo posible en la próxima visita a las urnas.
En las últimas semanas, el presidente de la Generalitat y líder del PSPV, Ximo Puig, ha tomado la iniciativa con una serie de decisiones que, al margen de la idoneidad -o no- de las mismas, tienen también un claro objetivo electoralista. Más aún, cuando algunas de ellas parecen ser un guiño a votantes conservadores o de centro, lo que confirma una de las tendencias del jefe del Consell durante esta legislatura: su deseo de ensanchar el respaldo al PSPV al margen del electorado netamente progresista.
De hecho, Puig ya propició a finales de 2020 un acercamiento con el entonces líder de Ciudadanos, Toni Cantó, para negociar un apoyo de la formación 'naranja' en los presupuestos, algo que molestó a sus socios en el Botànic, Compromís y Unides Podem, y que finalmente no llegó a materializarse.
No obstante, el jefe del Consell parece decidido a insistir en ampliar sus posibles votantes en la recta final de la legislatura. Al margen de su especial atención a las empresas y sectores productivos, el anuncio de una bajada de impuestos a principios de septiembre permitió a Puig el manejo de la agenda política con una medida cuya defensa ha sido característica en el PPCV y en Ciudadanos. Pese a que, finalmente, sus socios en el Botànic le obligaron a retoques respecto a las rentas altas, el presidente de la Generalitat logró su objetivo de marcar durante varias semanas el paso en una cuestión que incluso terminó por ser un debate nacional.