Puede que la mayoría de ustedes no lo recuerden, pero hace mucho, mucho tiempo, antes de que la mayoría de la gente comenzase las vacaciones de agosto, el líder de Vox, Santiago Abascal, anunció a bombo y platillo que su partido presentaría una moción de censura, pues no era posible, afirmaba Abascal, seguir ni un minuto más con este ignominioso gobierno socialcomunista. Y lo haría... en septiembre, un mes después.
La incongruencia de presentar un hecho (la continuación del gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos) como la madre de todos los males, una situación insostenible que llevaría al país a la ruina, para luego esperarse un mes en la adopción de la supuesta solución al problema (la moción de censura) no se le escapaba a nadie. Tampoco al presidente Pedro Sánchez, que sin duda disfrutó de su respuesta en el Congreso de los Diputados, para jolgorio de los suyos (y no sólo de ellos): "si tan urgente es cambiar a este Gobierno, ¿por qué espera al mes de septiembre? ¿Qué pasa señor Abascal, que se va de vacaciones?".
Sánchez estuvo acertado ahí, pero un mes después estamos en condiciones de constatar que no sólo Abascal dejaba las cosas para más adelante, pues las vacaciones son lo primero: comenzando por el presidente, Pedro Sánchez. Y no por irse, él también, de vacaciones (algo lógico y normal, y más tras unos meses tan terribles como estos, pues también los políticos necesitan descansar, como todo el mundo)... sino porque el gobierno en su conjunto, como estrategia, decidió que, por algún motivo, el coronavirus nos daría una tregua en verano. Y luego, en septiembre, ya veríamos.