111 millones de infectados en todo el mundo y (en España) un tsunami para el sector restauración: en un año se han cerrado 100.000 establecimientos y se calcula que hasta un 40% de establecimientos no volverán a abrir la persiana... ¿hasta dónde puede aguantar el hostelero y qué consecuencias mentales va a tener todo esto?
Hablamos con Paula Costa sobre ese tema tabú (la terapia, el cuidado) que siempre parece quedar relegado en un segundo plano.
Lo primero, cuéntanos un poco sobre ti: “queremos saber”
Soy Paula Costa, psicóloga, en redes La Terapeuta Millennial, y no llevaba mucho haciendo terapia cuando ocurrió la pandemia. Tuve que reorganizar el trabajo, como casi todos, trabajar desde casa, hacer terapia online y cubrir la necesidad de salud mental sin asistencia presencial. Esta adaptación ha hecho que vea con muy buenos ojos la terapia online, y de verdad que si no encuentras a alguien con quien hacer terapia presencial, recomendaría encarecidamente darle una oportunidad a la online. Yo estoy contentísima y mis pacientes online también.
Al turrón: en un año se han cerrado 100.000 establecimientos, se calcula que hasta un 40% de los negocios cerrarán si no llegan ayudas en un panorama que, según Ferran Adrià, “Esto es una tragedia, la situación es insostenible”, ¿cómo gestiona psicológicamente este panorama un hostelero?
Yo haría un llamamiento a la calma y a la serenidad. Entiendo la rabia que puede suponer y las pocas alternativas con las que contamos en un país en el que tantísima población depende de este sector, pero de verdad, animo a buscar opciones diferentes, encontrar cómo se puede adaptar el negocio y asumir o aceptar si no se puede hacer nada más. Pedir explicaciones y ayuda, por supuesto, pero ser conscientes del problema global en el que vivimos, también.
En normal que solo veamos las restricciones en lugar de esforzarnos en ver todas las otras cosas que sí podemos hacer
La hostelería valenciana ha vivido las restricciones más duras de toda España, qué triste la ciudad con las persianas bajadas... yo tengo la sensación (como ciudadano) de una ciudad fantasma...
Efectivamente, la ciudad está desolada. Yo vivo en el el barrio del Carmen, lleno de locales cerrados y sin terrazas. Parece otra ciudad, una ciudad postapocalíptica, solitaria, devastada incluso descorazonada. Siento que la gente va decaída por las calles, creo que estamos tan cansados de la situación y el hastío es tal que hace que sólo veamos las restricciones en lugar de esforzarse en ver todas las otras cosas que sí podemos hacer. Estoy siendo muy positiva, pero es que si no los soy yo, no sé quién lo va a ser, con esto quiero decir que soy consciente y también tengo mis días de verlo todo negro.
Desde la administración y desde muchos medios de comunicación, han señalado sin ambages a los restaurantes como los grandes culpables (pese a que las cifras dicen que menos del 2,3% de los contagios se producen en la hostelería) de la transmisión en gran escala de la pandemia. ¿Cómo les puede hacer sentir esto? Porque les estamos señalando con el dedo...
Les pueden hacer sentir culpables e irresponsables por no aceptar las medidas tan restrictivas, pero bueno se está señalando mal al verdugo, el ocio no contagia. Claramente el sentimiento de injusticia y rabia acompañará al hostelero. Espero que pueda ver otras opciones en su negocio, y que no le coma la desesperación.