Como si fueran Marty McFly y Doc en la película de Robert Zemeckis, Back to the future, Pedro Sánchez e Iván Redondo, fingiendo en su interpretación que el preocupante presente está ya solucionado, han dado una patada al balón lanzándolo fuera del estadio, con su Plan España 2050. O sea, para dentro de 30 años. Ahí es nada.
Utilizando como acelerador de la máquina del tiempo, su particular herramienta ‘flux capacitor’, que es la propaganda. Continua en su ya cansina -e ineficaz- política de escaparate y escapismo. Y, además, nos dibujan un futuro que, la verdad, mucho no anima: sin contrato fijo, sin coche, sin pensiones y sin casa. Con más impuestos, escasez de aguas, plagas, menos viajes y más restricciones vitales.
Tenemos un presidente del Gobierno que tanto huye hacia adelante como hacia atrás. Que parece estar siempre corriendo, pero lo hace sobre una cinta estática: así que, mucho aparato y aspaviento pero, en realidad, no se mueve del sitio. Con un enfoque cortoplacista, que no ve más allá de la siguiente elección o, como atajo favorito, de la próxima moción de censura.