Valencia Plaza

¡no es el momento!

Ponga un rentista en su mesa

  • Foto: KIKE TABERNER

Como la gran mayoría de nuestra clase política o de las personas con voz en el espacio público pertenecen a unas determinadas generaciones o viven en unos ambientes muy característicos, llevamos ya muchos meses donde los medios de comunicación no dejan de prestar atención al drama de las hipotecas. Ya saben, eso de que con la inflación desbocada y los bancos centrales actuando para encarecer el precio del dinero van a subir mucho los intereses y la cuota mensual se puede desbocar para quienes ya la tienen contratada y a tipo variable. Por no hablar de cómo se va a encarecer el acceso a estos productos financieros para quienes aún no tienen hipoteca, ya sea en una modalidad u otra, porque las condiciones que ofrece la banca para acceder al crédito se han endurecido. En definitiva, un problemón. Y no sólo eso, aún hay más: basta pensar en el drama de todos aquellos que, ya sea individualmente, ya a través de esas empresas familiares que tanto aportan a nuestro tejido productivo, son emprendedores de pro dedicados a cobrar rentas mensuales a inquilinos o negocios a los que alquilan viviendas o locales y que, sacrificadamente, se habían endeudado para poder poner en el mercado los mejores inmuebles y en las mejores condiciones, porque sólo generan bienestar en pro del bien común: pues bien, ojo porque a todos estos negocios de bien los números pueden dejarles de salir (o dejarles de salir tan bien, no exageremos), especialmente con un gobierno socialcomunista que congela los precios de los alquileres y demás.


Así, entre apasionantes debates sobre tipos fijos y variables y los dramas varios subsiguientes y mediopensionistas, discurre el debate público sobre vivienda y mercado inmobiliario. Un mercado donde se avizoran grandes perspectivas, por lo demás, como casi siempre, tampoco vayamos a sufrir más de la cuenta. Y en el que ni el impacto de una pandemia con la ralentización económica derivada de la misma ni la posterior crisis económica asociada al incremento de los precios de la energía producto de la guerra ruso-ucraniana parece haberse trasladado de momento al sector mucho drama: la Generalitat Valenciana se ufanaba no hace mucho de la vitalidad del mercado en precios y transacciones al alza en ambos casos, y por su parte los precios de los alquileres tampoco paran de subir. Así que bueno, podemos preocuparnos, pero no tanto, si vamos a los grandes números y a lo que de verdad importa, que es lo macro. Y, en lo micro, bueno, pues estamos ante una drôle de crise, por así decirlo, al menos para los propietarios o quienes pueden aspirar a serlo, que parece que lo que pueden es perder algo de renta o la posibilidad de incrementarla hasta el infinito y más allá. ¡Maldito Putin!

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