Valencia Plaza

el callejero

Pepe, el otro Sabina

  • Pepe Andrés. Foto: KIKE TABERNER

José Andrés está hecho papilla. El día anterior, cuando iba con la moto por la calle, un coche le embistió y lo lanzó por los aires. No tiene nada grave, pero sí que lleva todo el cuerpo magullado y camina con pesar. Pepe nos lleva a un bar que hay debajo de su casa, en Alboraya. Es un bar consagrado al 600. Nostalgia sobre ruedas. Dentro, al lado de unos obreros que han acudido a almorzar de sobaquillo, el artista se relaja. No le da vergüenza que los vecinos hayan dejado de hablar al descubrir que tienen una entrevista justo enfrente que les parece más interesante que su conversación. Los tres se callan y miran fijamente a este doble de Sabina (también) maltrecho.

Mientras cuenta su vida bohemia a toda velocidad, sin despegar apenas los labios, convirtiendo cada palabra, cada frase, en un acertijo, uno empieza a pensar que este hombre se ha pasado de la raya. Pero él jura que no se ha drogado en su vida y que lleva más de seis meses sin probar el alcohol. Son las diez de la mañana y se está bebiendo una cerveza 0,0. Dice que en cuanto acabe la entrevista, llamará a Juan Ramón, el hermano de Francisco, con el que ha trabajado alguna vez, y se irá de vacaciones.

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