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Pablo y Chemari plantan el ‘árbol’ más sorprendente de Ruzafa

La gente que llega a Ruzafa por Pedro III el Grande se sorprende mucho al ver un árbol de Navidad colgado entre dos edificios. No es un árbol-árbol, son unas tiras de colores con luces que componen la forma de un abeto. Es el árbol de Navidad del barrio desde hace años. En concreto, desde la pandemia. El confinamiento, que disparó la imaginación de dos vecinos: José María Vives, un técnico del 112 de 57 años, y Pablo Peris, un arquitecto de 48 años.

Chemari y Pablo vivían uno enfrente del otro desde 2007 y no se conocían. “Igual nos habíamos visto desnudos, pero no sabíamos qué cara tenía el otro”, bromea el vecino del número 20. Ellos se conocieron en 2014, cuando sus hijos coincidieron en la misma clase en el colegio Maristas. Un día se estrecharon la mano y, tiempo después, se sorprendieron al descubrir que vivían uno enfrente del otro. Uno vive en Pedro III el Grande, 20, y el otro, en el 11D. Alguna vez quedaban a tomar una cerveza y, entre trago y trago, sus mujeres bromeaban con poner una tirolina para pasar de una casa a otra. “Vivimos en dos pisos diferentes, pero como un edificio tiene los techos altos y el otro no, estamos a la misma altura”.

Las dos familias, como todas en España, quedaron confinadas en marzo de 2020. Ya todo el mundo conoce la historia: aburrimiento, hastío, ansiedad… Los padres se estrujaron el cerebro para entretener a unos hijos condenados al encierro. “Y entonces fue cuando se nos ocurrió lo de conectar nuestras casas”. Pablo se pasaba el día en su terraza y Chemari, en su balcón. El sol daba por la mañana a unos y por la tarde, a otros. “Entonces colgamos una cuerda de balcón a balcón”. Un extremo se ata a un balcón. Desde el contrario, se lanza una segunda cuerda hasta el suelo, se ata a la primera y se estira para subirla al segundo balcón. Ya estaban conectados.

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