VALÈNCIA. "Esto ya no va a ser una tienda, esto va a ser un alquiler turístico". Un comercio más que se suma a la lista de cierres. En pleno centro de València, este local dedicado al negocio del calzado no ha podido soportar el tirón y ha decidido bajar la persiana. Eso sí, lo hará después de Navidad. Si el resto de años era un momento de ponerse las botas, en 2020 será, en su caso, para deshacerse del género. Es un ejemplo de las liquidaciones por cierre con las que uno se empieza a topar en este tipo de negocios.
El cartel se presenta en rojo llamativo colgado en la puerta, y las rebajas acusadas se viven en las entrañas de Paez. "Nos ahogan mucho con impuestos. Si tengo que pagar un autónomo para mí, y otro para mi marido si me pongo enferma...", reflexiona la gerente de esta tienda: "Así no se puede sostener". ¿Alguna ayuda o bonificación fiscal? "Nada", expresa sin enfado pero rotunda. Acaba así la historia de un negocio que aterrizó hace tres años. "Cuando llegamos aquí, empezamos de cero y abrimos la tienda". Pero esto no va, lamenta: "Al final nos toca poner de nuestro bolsillo".
El hundimiento de las ventas es consecuencia directa de la caída de la actividad turística. En este caso, lo que se había vivido como una simbiosis, se ha convertido en descalabro. "La falta de turistas nos ha afectado mucho: el 50% de nuestros clientes eran turistas", asegura la responsable de Paez, quien además apunta otras causas a tener en cuenta. Entre ellas, los cambios de hábitos de los consumidores como la menor movilidad. "La gente ya no viene al centro, toda la calle está igual". Los anuncios de 'disponible' ya adornan muchas fachadas como las bolas navideñas penden de un abeto.