Decía la semana pasada Daniel Borrás que “Las Fallas no son distintas de la vida”, y efectivamente, las Fallas con sus grandezas y sus bajezas son un gran escaparate de la sociedad valenciana. Hagan la prueba: cuando uno se encamina hacia la mascletà, si observa los semejantes que le acompañarán para disfrutar de unos minutos de ruido y estruendo, descubre la riqueza y variedad de nuestra especie.
En su Tinta vuelve para poner el foco en esa parte de la sociedad valenciana que vive las Fallas con intensidad pero sin dejarse arrastrar por modas como los forros polares de colores chillones o la adquisición de cervezas a lateros en la vía pública. Hay decenas de balcones y miradores que ofrecen una vista privilegiada a la Plaza del Ayuntamiento, como también existen las comisiones falleras que cuidan sus actos hasta el más mínimo detalle.
Mascletàs
Desde el día 1 de marzo, la Plaza del Ayuntamiento se convierte en ese gran foro social que aglutina a miles de valencianos, los más intrépidos guardan sitio junto a las vallas desde primera hora de la mañana, los más rezagados casi oyen las carcasas mientras llegan a la plaza. Pero en muchos de los emblemáticos edificios que aún embellecen nuestro km. 0, hay balcones con vistas privilegiadas que ofrecen una grata experiencia socio-gastronómica.
En uno de ellos, me atrevería a decir que el mejor por su impecable ubicación, algunos de los rostros más populares de la sociedad valenciana saborean un aperitivo tradicional –jamón, queso, tortilla de patata y almendras– acompañado por un buen champagne mientras conversan y disfrutan del placer que supone la mascletà diaria. El grupo lo forman Emilia Hervás, Marta de Diego, Mª José Navarro, Pepa Martí, Marisa Marín, Mayrén Beneyto y Mª Carmen Pocoví, se agradece encontrar señoras que combinan la elegancia y la jovialidad a la perfección.
Otro de los balcones que ha sido punto de reunión social y empresarial, sin duda alguna es el de Olivares Consultores, un espacio diseñado por Ramón Esteve donde cada mediodía un cortador de jamón hacía las delicias de los asistentes, quienes se sentían como en casa gracias a la amabilidad de Mario Olivares y su equipo.