CASTELLÓ. Aún queda un buen trecho de campaña citrícola y una polémica ya atenaza a la siguiente: la posibilidad de que la Conselleria de Agricultura autorice la implantación de colmenas en las cercanías de los huertos de naranjas y mandarinas -por primera vez en "casi tres décadas", apuntan desde la patronal- solivianta al sector. Y es que esto pone en riesgo, apuntan desde el Comité de Gestión de Cítricos, un negocio de 1.500 millones de euros.
Este es el volumen económico -solo en lo que se refiere a exportaciones, concretan las fuentes del CGC- que generan las variedades de mandarinas y clementinas híbridas susceptibles de producir semillas en su interior debido a la polinización cruzada entre ellas. Para evitar este efecto, conocido comúnmente como pinyolà, Agricultura viene publicando una orden, año tras año, que impone restricciones a la ubicación de colmenas. Pero en este ejercicio el sector -desde el campo a los exportadores- viene denunciando que la intención de la conselleria es acercar las abejas a los campos.
Una brecha en el sector
De hecho, desde la patronal estatal apuntan que "parte del sector -en referencia a las organizaciones agrarias y a las cooperativas- viene negociando, con el beneplácito de la Conselleria de Agricultura y a espaldas del Comité de Gestión de Cítricos" un documento que permita los asentamientos apícolas en los alrededores de los huertos de naranja. Y esto puede provocar una grave división en el sector citrícola, tan necesitado de acuerdos para hacer frente a otros problemas, como la llegada de plagas foráneas.