Va a ser, por desgracia, la canción del verano. La Yenka, ya saben, “adelante, atrás, 1, 2, 3”. Es el movimiento perpetúo que llevamos haciendo desde hace un año y medio en la Comunitat Valenciana y en España en general debido a la desastrosa gestión de la pandemia que han hecho los socialistas, de aquí y de allí. El incremento exponencial en el índice de contagios en las últimas semanas nos ha traído de vuelta las brutales restricciones a la vida cotidiana de los valencianos, las mismas que nos habían prometido abandonar a costa de tanto sacrificio en los meses de invierno.
Ahora, ya estamos en verano, pero nada ha cambiado. Vuelven los horarios restringidos para los restaurantes y bares; del ocio nocturno que ni siquiera ha podido abrir apenas un mes, pero, sobre todo, esos toques de queda en municipios como Alicante o Benidorm que han terminado de rematar una industria turística que ya lleva dos ejercicios en blanco. Una situación muy injusta que ha clavado una daga en el corazón de la economía de la Comunitat Valenciana.
En este momento, solo se atisban dudas e incertidumbre en el horizonte. ¿De qué ha servido que la Comunitat Valenciana tuviera las mayores restricciones de España en invierno si no hemos podido salvar el verano? ¿Está funcionando realmente la vacunación? Si es que sí, ¿por qué se ha dado este repunte? ¿O es que realmente están faltando vacunas y no hemos llegado al 70% de personas inmunizadas antes de verano que prometió Pedro Sánchez? ¿Realmente estábamos en una situación tan propicia para quitar las mascarillas al aire libre y animar a la población a retomar sus actividades cotidianas?