VALÈNCIA. La Sucursal recuerda a esos veleros que navegan en calma, con estabilidad y seguridad, a sabiendas de que el horizonte depara un destino. Impulsado por la ráfaga de un gran grupo restaurador, que hace las veces de motor, y surcando el mar resplandeciente, en uno de los edificios más emblemáticos de València, que es el Veles e Vents. Porque desde la tercera planta del Muelle de la Aduana, cualquiera siente que contempla, y casi que domina, ese mundo más allá de las cartas náuticas. El mar empapa la vista de los comensales, y a su vez los platos sobre la mesa, porque estamos en un restaurante que habla de su ciudad.
Y València es luz, es brillo. València es playa, el agua que te baña los pies en la arena.