VALÈNCIA. ¿Cuánto tiempo puede resistir una empresa sin generar ningún ingreso? En un mundo sin bares, que sin duda es un mundo peor, la pregunta aún resuena con eco entre los hosteleros. El golpe del coronavirus, que ha obligado a paralizar los negocios, los ha dejado fuera de combate. Pero cualquiera que conozca a un cocinero sabe, y si no se lo decimos, que es capaz de verse en el barro, levantarse entre resbalones y asestar un puñetazo. Y esto se aplica por igual a los camareros, los distribuidores y los proveedores, que en esta batalla hay mucha tropa. La restauración es un sector sufrido, en cualquiera de sus vertientes, donde nadie se ahoga sin haber chapoteado. Por eso, en un momento tan complicado como este, donde la incertidumbre es lo único seguro, algunos ya andan afilando los cuchillos.
Es la hora de la reconversión. Toca vengarse de las pérdidas, el desperdicio del género y los reajustes de personal. Luego vendrá el hombro a hombro, el mano a mano. De momento, el reparto a domicilio, los cheques regalo y a explotar las posibilidades de los canales online.