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València con v de vino

Una de las mayores selecciones de vinos viejos españoles se encuentran en València

  • Kike Taberner

Si algo hemos aprendido de las comedias románticas es que (a veces) la vida te ofrece regalos inesperados. Una cruce de miradas en la calle, un encuentro fortuito en un supermercado, un ¡hola! que nadie ha pedido, una sonrisa en un parque o un mensaje aparentemente banal con un “deberíamos tomar algo“ es capaz de demoler los cimientos de tu existencia para construir una nueva. Solemos pensar que somos dueños de nuestro destino, que elegimos quién queremos ser y donde queremos llegar. En definitiva: la ficción de la vida hace que creamos que poseemos las riendas de la nuestra. Sin embargo, la vida no está impresa sobre nitrato de celulosa y alcanfor y la realidad muchas veces supera la ficción. 

Esta es una historia de amor, pero también lo es de acción y aventuras. Una historia donde se entremezcla la fantasía con el relato histórico. Una historia con tintes detectivescos que rezuma el noir más clásico. Una historia donde se vislumbran destellos neorrealistas, pero que está impregnada por discursos academicistas nouvelle-vaguianos. Una historia de arqueología vinícola: de recuperación, catalogación y puesta en valor. Esta es la historia de un soplo. De un hallazgo fortuito que, de la misma forma que le sucedió a Howard Carter en el valle de los reyes, es capaz de llevar a Luca y a Guillaume a descubrir un tesoro real. Esta es la historia que cuenta las peripecias, aventuras y desventuras de un francés y un italiano, afincados hace décadas en el levante español, y de cómo adquirieron el mayor alijo legal de fermento de uva patrio. 

La historia se remonta a los albores de la pandemia, cuando un cliente de ambos les pone sobre la pista: “Conozco un restaurante en el norte que cerró hace años. La dueña tiene una inmensa bodega con grandísimas joyas y estaría dispuesta a venderla a alguien que conozca su valor y se haga cargo de ella en su totalidad. Creo que es una excelente oportunidad. ¿Por qué no echáis un vistazo?“. Luca y Guillaume me cuentan que es habitual que clientes, amigos y conocidos les cuenten historias parecidas. Que si mi abuelo tiene no sé cuántas botellas viejas en casa, que si en tal bar hay no sé menos por ahí tiradas, etc. “no solemos hacer caso a estas cosas. Suelen ser cantos de sirena, sin ningún tipo de interés real y en estado de conservación deplorable“. Me cuentan. Sin embargo la insistencia del cliente hace que decidan visitarla.

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