VALÈNCIA. ¿Dónde está la bolita? Más o menos esta era la manera con la que la trama empresarial del 'caso Azud', encabezada por el constructor Jaime Febrer, conseguía grandes cantidades de dinero en efectivo para más tarde pagar las comisiones a los intermediarios con las administraciones y cargos políticos, así como para hacer frente a gastos ocultos, según el relato de la jueza instructora en uno de sus autos.
Así, la arquitectura societaria diseñada por el que se considera el ingeniero financiero del entramado, Joaquín Pastor, sirvió para que el empresario Febrer obtuviera dinero en metálico para sus operaciones presuntamente corruptas. Y siempre se seguía un mismo mecanismo, "un patrón similar", según la juez: mover el dinero con diferentes excusas y pretextos legales simulados entre las empresas del conglomerado para, en momentos determinados, sacar del circuito el dinero en efectivo.
"Se articulaba una relación jurídica o comercial simulada" que permitía introducir en el entramado los fondos "con apariencia de legalidad", explica el auto judicial. A partir de ahí, se producían "movimientos" de los fondos entre las diferentes mercantiles, que se declaraban ante Hacienda. Pero "aprovechando" estos movimientos, en un momento, "los fondos eran extraídos del circuito legal" en efectivo, utilizando normalmente una sucursal concreta en Alicante.
Allí se retiraba el dinero para poder, con el efectivo, operar con él fuera de los controles bancarios. Y esas retiradas de metálico se ocultaban contablemente con supuestos contratos comerciales cuyos pagos, en realidad no se realizaban. La juez asegura que la relación entre Febrer y Pastor fueron "duraderas" y que se realizaron movimientos hasta 2008, al menos, "que se tenga constancia".