VALÈNCIA. Por fin comienzan los Juegos Olímpicos tras una olimpiada de cinco años ocasionada por un virus que se escapó de no sé dónde y no sé por qué. El mundo ha estado parado durante un año y el deporte no acaba de arrancar del todo. Los Juegos de Tokio, que están gafados desde que el Comité Organizador nipón se dedicó a prevaricar concediendo mordidas a diestro y siniestro con el resultado positivo para ellos de habérselos quitado a Madrid, van a ser los más atípicos de la historia y, ahora, Madrid 2020 se alegra de aquella decisión unilateral de concederle los Juegos a Japón.
Enoshima es una pequeña isla de unos cuatro kilómetros de circunferencia, a una hora en tren desde Tokio, y es la subsede olímpica donde, bajo la dirección del club Enoshima Yacht Harbour de Fujisawa, se han instalado los seis campos de regatas en los que van a participar los 242 regatistas que están inscritos en las diez clases de vela existentes en los Juegos. Unos campos de regatas que no están exentos de las críticas por su alto nivel de radioactividad, que aún queda producto de los residuos que vertió la central nuclear de Fukushima cuando recibió el impacto del tsunami. Estos son: Enoshima, Kamakura, Zushi, Fijisawa, Sagami y Hayama.