VALENCIA.— No es el fin de una historia, pero sí un nuevo comienzo con un sabor agridulce. Lladró, la mítica marca de porcelana que durante medio siglo fue sinónimo de lujo y refinamiento, dejaba de pertenecer a la familia que le dio nombre. Tras años de tensa relación, los hermanos José, Juan y Vicente conseguían —por fin— ponerse de acuerdo en una cosa: vender su empresa a la firma de capital riesgo afincada en Madrid PHI Industrial. Los Lladró seguirán siendo dueños de la Ciudad de la Porcelana, que arrendarán, pero sólo durante la próxima década… si sobrevive. La crisis de la marca comenzó mucho antes de la crisis de 2008, en concreto en 2001. Desde entonces, y aunque los fundadores decidieron retirarse en 2007, el mercado cambiante y las luchas entre ellos arrastraron la cuenta de resultados de una firma que no ha sabido (o no ha podido) actualizar su modelo de negocio. Carlos Aimeur, Javier Alfonso y Dani Valero repasan la caída y auge de la marca y la familia.
Otro de los temas que abordamos en el número de enero ese el conflicto que enfrenta a la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) con algunos de los sindicatos que representan a sus trabajadores. Lo que nació como una organización con un innegable cariz social se enfrenta ahora al reto de sobrevivir en una sociedad en la que ha perdido su status y compite con la Lotería Nacional, el Euromillón, la Quiniela, las apuestas digitales… La entidad niega que la situación de sus asociados haya empeorado y muestra los números que avalan su tesis. Los trabajadores no niegan esos datos, pero su interpretación es muy distinta: para ganar lo mismo que hace unos años tienen que trabajar mucho más. Un reportaje de Dani Valero.