Caja Madrid es la segunda caja de ahorros de España por volumen de negocio, pero en los últimos meses se ha situado en los puestos de cola de los grandes grupos financieros nacionales en cuanto a evolución del negocio, de los resultados, de los gastos y en ratios como morosidad, cobertura y rentabilidad (ver cuadros comparativos). Bancaja le va a la par en gran parte de estos indicadores, acompañándola a mucha distancia de sus principales competidores.
Es cierto que las dos entidades juntas podrían recibir una mayor parte de las ayudas del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob), lo que supondría un importante respaldo a la hora de sanear su situación financiera. Caja Madrid ha solicitado ya 3.000 millones de euros, tras liderar la formación del SIP que reúne a Caja Ávila, Caixa Laitena, Caja Segovia, la Insular de Canarias y Caja La Rioja. Bancaja, sin embargo, no podrá acceder a las ayudas gestionadas por el Banco de España si no cierra su unión con otra u otras entidades del sector en los próximos días. Esto dejaría a la caja valenciana en inferioridad de condiciones frente a sus principales competidoras, que ya han movida ficha para formar el nuevo mapa del sector.
A favor de la unión de ambas entidades, podemos mencionar también que se configuraría un grupo sin excesivas duplicidades en red, lo que limitaría el coste social en términos de empleo. Al mismo tiempo, su nuevo tamaño le permitiría abordar con mayores garantías la expansión internacional, en la que ambas han dado ya algunos pasos en los últimos ejercicios.
Bancaja aportaría al grupo una cartera de participaciones consolidada, gracias, sobre todo, a su presencia en Iberdrola y Banco de Valencia, que contribuyeron a sustentar los beneficios del ejercicio 2009. Caja Madrid muestra más debilidad en este ámbito, tras su salida de Endesa. El valor de la cartera de participadas de Bancaja ronda ahora los 2.500 millones de euros, muy por encima de los 1.300 millones de la de Caja Madrid.
La entidad valenciana ha hecho mejor los deberes para mejorar su liquidez, reduciendo el volumen de créditos al tiempo que ha incrementado el de depósitos. Ambos grupos tendrán que hacer un gran esfuerzo para sanear sus carteras crediticias, pero Bancaja parte con cierta ventaja: El ratio de mora supera en los dos casos el 5% -ver cuadro-, pero la tasa de cobertura de Caja Madrid es ya inferior al 50%.
RATO CONTRA CAMPS
Desde el punto de vista político, la unión entre Bancaja y Caja Madrid recibiría las bendiciones de la dirección nacional del Partido Popular, que controla los consejos de ambas entidades. El ex vicepresidente económico y ex director gerente del FMI, Rodrigo Rato, se convertiría en líder del nuevo grupo. Un matrimonio con Ibercaja supondría mayores complicaciones en este sentido, puesto que la caja aragonesa está dominada por el PSOE.
Sin embargo, el PP valenciano no ve con buenos ojos una operación que supondría dejar a la comunidad autónoma sin ningún gran grupo financiero, tras la unión de Caja Mediterráneo al SIP liderado por Cajastur. El presidente de Bancaja, José Luis Olivas -anteriormente presidente de la Comunidad Valenciana- no ha dudado en mostrar sus recelos ante el resultado de la operación. Incluso los socialistas valencianos han advertido de los riesgos que para la región tendría la pérdida de "valencianidad" de Bancaja.
Los empresarios comparten este punto de vista. A pesar de las restricciones crediticias de los últimos años, CAM y Bancaja han hecho un importante esfuerzo para apoyar a las compañías de la región. Si los centros de decisión se trasladan a Asturias y a Madrid se reducirán las garantías de respaldo en el futuro. Esto aumentaría los riesgos para el tejido industrial de la comunidad en un contexto económico aún dominado por las reestructuraciones y las incertidumbres.
El plazo de Bancaja para elegir entre sus pretendientes se acaba. Cualquier decisión supondrá un nuevo marco financiero en la región. La solución, en los próximos días.