VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, pronunció este viernes un discurso sensiblemente distinto al que emitió el pasado año en el Día de la Comunitat Valenciana. La situación, obviamente, no es la misma: la expansión del coronavirus ha causado casi 1.300 muertos en esta tierra y más de 30.000 contagiados, los ciudadanos salen a la calle con mascarilla y solo pueden reunirse bajo ciertos parámetros.
La economía ha comenzado a caminar hacia un horizonte de crisis que muchos vienen padeciendo ya. La propia entrega de premios se celebró con las medidas de prevención obligadas, sin copetín, y sin la ausencia de ministros o líderes nacionales de la oposición.
Con semejantes premisas no extrañó que el jefe del Consell apostara este año por un discurso basado en la emotividad, en la épica, en la unidad, en la cercanía... pero no tanto en la reivindicación más allá del simbolismo.
"Los valencianos llevan demasiados años reclamando un sistema de financiación autonómica justo que haga viable el autogobierno y asegure el trabajo y el bienestar", aseguraba en su discurso del pasado año, en el que apostilló: "La paciencia tiene un límite".
Obviamente, el contexto no es el mismo, pero llamó la atención -tanto a socios como oposición- que el presidente no citara en su intervención la principal exigencia de la Comunitat Valenciana en los últimos seis años, más aún cuando el Gobierno de España se comprometió en su día a presentar el primer borrador en este mes de octubre. Si lo hicieron algunos de sus socios, como el alcalde de València, Joan Ribó, o la síndica de Unides Podem, Naiara Davó.