Los que me conocen ya saben que de hace unos años me siento más identificada con esta escala de las pequeñas cosas, pequeños placeres y pequeñas acciones. Desde hace unos años prefiero involucrarme con asuntos pequeños donde me siento más segura, me gustan más y me defiendo mejor. Y, por tanto, en materia de cooperación y de oengés apuesto por las pequeñas acciones, programas, proyectos y organizaciones sin menospreciar el trabajo que realizan las grandes entidades.
Las grandes organizaciones realizan trabajos importantísimos y vitales que no están al alcance de las pequeñas entidades. Cada una ocupa su sitio, su espacio y su lugar. Y entre ellas se necesitan, se complementan y se retroalimentan si se realiza un buen trabajo.
En muchas ocasiones las pequeñas oenegés aterrizan en lugares donde las grandes no pueden descender y viceversa, las grandes llegan a destinos y realizan trabajos que las pequeñas no pueden alcanzar.
Yo defiendo los proyectos que levantan su personal local, con sus recursos y su liderazgo aunque luego reciban la ayuda o el amparo de otras organizaciones occidentales y grandes que les acompañan en su proceso y en su viaje, pero que nunca imponen ni marcan las líneas por donde han de seguir. Y eso es muy difícil y complicado de conseguir porque se necesita una gran dosis de humildad, de empatía, de aceptación y de respeto por parte de quien envía los recursos y que muchas veces brilla por su ausencia aunque pensamos que lo tenemos, pero no es así de fácil ni está tan claro.
Este tipo de proyectos pequeños, locales y familiares requieren una gran dosis de confianza y de trabajo por parte de quienes les apoyan. Supone un desgaste tremendo y una satisfacción enorme porque la recompensa de tanto trabajo y tanto sacrificio se palpa pero cuesta… y cuesta mucho sobre todo cuando se empieza un proyecto desde cero. Sea el proyecto que sea social o empresarial, con o sin ánimo de lucro.
Las reglas del juego
La manera de funcionar ideal en la mayoría de ocasiones en terreno de cooperación internacional es trabajar en red. Es el mecanismo que mejor funciona entre grandes y pequeñas organizaciones.
La cosa funciona así a grandes rasgos: las grandes entidades en el mundo occidental trabajan con contrapartes locales del mundo no occidental. Las organizaciones grandes se estructuran como grandes empresas con sus recursos humanos y económicos necesarios para mantenerse y buscan aliarse con entidades en los terrenos en desarrollo donde quieren trabajar y que identifican como destinos o países prioritarios.
Por su parte, estas contrapartes locales pueden nacer y levantarse por el mismo personal local que atiende sus propias necesidades o pueden ser montadas por personal externo profesional no nativo que levantan un proyecto para atender las necesidades de otros y otras. En ambos casos trabaja la cooperación internacional y los países desarrollados destinan sus recursos económicos y de personal humano a países en desarrollo para conseguir un mundo mejor, por simplificarlo todo mucho.