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el callejero

El mantero ejecutivo

  • FOTOS: KIKE TABERNER

Nadie sabe los años que lleva transitando por Cánovas. Por el Ensanche, vaya. Con ese tranco firme, como si fuera matando cucarachas a la vez que anda. Y los vecinos, o los transeúntes que frecuentan el barrio donde siempre ha corrido el dinero, juegan a adivinar quién será ese hombre tan atípico con quien se cruzan a menudo. Ese gitano que viste de traje y lleva en sus manos grandes y fuertes un maletín de piel negra que vigoriza la imaginación. Un vendedor que si te echa el ojo, si ve que puedes morder el anzuelo, te aborda con una amplia sonrisa.

Se llama Curro Jiménez y no es un bandolero, pero como te descuides te vas a casa con veinte euros menos y, a cambio, una bolsa con calcetines de imitación que no te hacen ninguna falta. Pero de eso vive. Y se le permite.

Su trabajo no es muy diferente al de un mantero, pero vestido de ejecutivo.

Lo veo venir por la calle Reina Doña Germana y le pregunto si se dejaría entrevistar. Al principio se pone serio. Y luego, sin venir a cuento, se echa a reír. De repente, se agacha y mira por debajo de la mesa. Luego se incorpora y me suelta: “Tengo calcetines de esos. ¿Quieres cinco pares?”.

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