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ESCAPADAS HEDONISTAS

Cuento de Navidad en Marylebone

¿Londres en Navidad? Sí, rotundamente sí. Es una de esas ciudades a las que les sientan especialmente bien las navidades. Ahora bien, sufre, como tantas otras, porque no somos los únicos que hemos pensado en escaparnos hasta allí. Te propongo algo diferente. Siendo una ciudad tan inabarcable, hay veces que no salir de un barrio es lo más apetecible, y para ello, el lugar es Marylebone. Déjate de agobios y calles intransitables. Aunque está a un paso del centro o de la bulliciosa Oxford Street, se trata de un lugar mágico, una especie de pueblecito victoriano en la ciudad. Aquí, el ritmo es otro.

Mientras el centro puede ser un caos, Marylebone invita a caminar sin prisas, descubriendo cada rincón. Es hogar del famoso 221B de Baker Street, la casa museo de Sherlock Holmes, pero también lo fue de Charles Dickens, Jimi Hendrix o John Lennon. Lo mejor del barrio va mucho más allá. Y, en Navidad, tiene un encanto especial, con las luces que decoran sus fachadas y la magia que inunda las calles. Además, no faltan los conciertos navideños, como los de St Mary’s Church o Wigmore Hall, que añaden un toque entrañable al ambiente festivo.

Lo que también es, es un paraíso para el hedonismo. Para las compras y sobre todo, para el estómago. En apenas unas cuantas calles tienes algunos de los mejores restaurantes de Londres: Chiltern Firehouse, BAO, Trishna, Locanda... Aquí también está una de las sedes del icónico londinense St. John. Conocido por su filosofía de nose-to-tail, este restaurante apuesta por la cocina británica en su forma más pura. Desde su famoso tuétano con tostadas hasta platos como el cordero asado con vegetales de temporada, todo es una maravilla que hay que probar. Tampoco falta a la cita Carlotta, del grupo Big Mamma. Entrar aquí es como colarse en la casa de un magnate italiano: decoración extravagante, terciopelo por todas partes y platos tan fotografiables como deliciosos, como las croquetas de pulled beef y los fettuccine Alfredo al tartufo. Si buscas algo más relajado, nada como un pub clásico. The Coach Makers Arms, con sus más de 140 años de historia, que es ideal para una cerveza o un cóctel antes de cenar.

¿Más opciones? Delamina, para seguirlo muy de cerca. El restaurante de Limor y Amir Chen, trae los sabores de Tel Aviv al barrio con platos como la berenjena ahumada con tahini o los king prawns con za'atar. Y, si hablamos de cocina viajera, otra de las grandes opciones es Taka, un restaurante japonés contemporáneo que hace muy bien las cosas. Lo mejor es ir directamente a por su menú omakase, perfecto para probar un poco de todo. Desfilan por la mesa platos como el toro temaki, un cono crujiente relleno de chutoro y daikon ahumado; las palomitas de gamba en tempura, acompañadas de mayonesa picante y ponzu de mantequilla; o el chutoro rice, con atún bluefin, aderezo de shiso y yema de huevo curada en soja. Otros imperdibles son el arroz crispy con salmón Hiddenfjord y emulsión picante de chile, y el TFC nanban, un pollo frito con tartar de daikon ahumado. Para cerrar con broche de oro, el icónico wagyu sando, una obra maestra de carne de wagyu A5 de Kagoshima.

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