Durante estos días de enfermedad me consuelo leyendo a Enrique Jardiel Poncela y su desternillante novela Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, recreación del mito de Don Juan. Leyendo esta obra deliciosamente misógina, que tiene al galán Pedro de Valdivia como protagonista, se me hacen más llevaderas las horas de cama, dolor y tedio. ¡Para qué luego digan que la literatura no sirve para nada!
De Jardiel Poncela leí La tournée de Dios hace años. En mi biblioteca me aguarda ¡Espérame en Siberia, vida mía! El escritor madrileño, que murió olvidado y en la ruina en 1952, es un maestro del humor inteligente. Perteneció a la otra generación del 27, la formada por Miguel Mihura, Ramón Gómez de la Serna, Tono y Edgar Neville, entre otros. Eran escritores de derechas y como tales merecen ser olvidados.
Jardiel, que como todo humorista era un moralista, recurre a la risa para desnudar las mentiras sucias de su tiempo, que siguen siendo las nuestras. La novela que leo en mi convalecencia fue publicada en 1930, pero es mucho más moderna que la mayoría de los tostones narrativos de hoy.
Jardiel Poncela fue un anarquista de derechas. El franquismo lo toleró, pero a una prudente distancia, porque su vida privada no casaba con la moral pacata impuesta por el régimen con la ayuda de la Iglesia (hoy tendría las mismas dificultades con los catequistas de la igualdad de género y la memoria histórica).