Tal vez sea porque en mi cabeza nunca he identificado esa zona como “barrio”. Realmente no sé por qué es, porque tiene aceras, semáforos, y en algún lugar habrá una pescadería y vivirá gente, pero hay como cierta disociación. ¿No? ¿No os pasa?
Yo sé que es prejuicio infundado mío, pero es como cuando veo a Ojo de Halcón en Los Vengadores, en plan… sí, entiendo que estés ahí, pero claramente no es tu lugar.
Pues estaba yo el otro día en la terraza del Congo, un bar de estos súper antiguos y con soleraza, tipo el Goya, que remodelaron y modernizaron hace unos años. El sitio está aseao-aseao. Me llama la atención que la media de edad, en general, es de gente ya un poquito Corega Forte. Me entusiasma concretamente un señor, que lleva el cuello del polo subido a lo MAM, que es algo que no se veía desde 2006.
Las sillas de la terraza son de loneta, como de director de película antigua, que eso ya denota stylo. Tienen un cartel que canta las especialidades junto a la puerta. Todo clásico, todo apetecible. Bocatas de calamares, ensaladilla, también proponen “conguitos” que aún no sé lo que son. De todas formas, prefiero adentrarme y echar un vistazo a la barra a ver qué onda.