Valencia Plaza

restorán de la semana

Colmado La Lola

 Fantaseo -vicios rocambolescos- con un mapeado de la ciudad según la velocidad de desplazamiento peatonal. En Juan de Austria la peña camina ágil, en simulacro de una vida donde todo está a punto de acabarse. En Russafa camina yé-yé, medio balanceándose. En Cortes Valencianas, como con cierta aversión al contacto callejero. En Plaza de la Reina, sin embargo, se camina como queriendo chocarse contra el prójimo. Un hábito heredado de cuando, literalmente, caminabas chocando. En la acera de los Helados Linares (cerrados hasta marzo) me he chocado muchas mañanas soleadas con Jesús Ortega, patriarca de este pedazo de ciudad aparentemente absorbido por un animal subterráneo desde el sumidero.

Jesús, cuando todo esto eran turistas, abrió el Colmado Lalola en la esquina con Bordadores. Pudo haber tirado por el camino perverso de abrevar solo al visitante. Pero tiró por el camino de enmedio. Una buena selección de productos de mar, con erizos y zamburiñas por doquier; una buena charcutería; abundancia de generosos. Haciendo frente al prejuicio de quien evita el corazón del turismo.

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