Valencia Plaza

¡De qué bars, nano!

Bar Gonzalo (ex Yayos)


Se puede saber mucho de las personas por lo que recuerdan de sus años de instituto. Para algunos son los cigars en los baños, para otros las putivueltas en Cánovas, o un profesor que te marcó, o el sabor del Roacután. Para mí sin duda, fueron los hojaldres de jamón del horno de Encarnín, y los almuerzos en Los Yayos.

Todas las semanas, mínimo una vez (normalmente entre deporte y religión) íbamos a almorzar allí. En aquel entonces estaba oculto, entrabas por el patio de una iglesia que está en Dr. Moliner. No quiero caer en nostalgia barata, pero nunca he vuelto a joderme un bocadillo de bravas igual, ni jamás he vuelto a notar el ajoaceite en el aliento de un colega que se sentaba dos o tres filas por detrás. ¿Cuánto nos molaban aquellas tortillas? Lo suficiente como para encontrar un trozo de Scotch-Brite en una y volver al día siguiente a por más. Así nos molaban.

Después lo cambiaron de sitio, a Micer Mascó. El instituto acabó, y alguna vez me he vuelto a pasar, pero así en plan muy puntual. Hoy vengo con afán tope divulgativo.

Entro. Es hora punta de almuerzos, la plancha va a tope y Gonzalo está cortando pan.

Lo que hay en la barra es fantasía. Longanizas, frituras, encurtidos, un plato con panceta churruscadita que me pregunta de qué signo soy. Digamos que la barra de Rausell, o de Erajoma es...Victoria´s Secret ¿vale? Es una cosa delicada, equilibrada en formas y colores, casi aséptica. Esta barra sería más como las Azúcar Moreno, con un atractivo así como muy racial y muy salvaje, con animal print.

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