VALÈNCIA. En las semanas posteriores al pacto entre el PP y Vox, ya surgió una previsible preocupación en las filas populares: cómo gestionar el discurso público del Consell. La esperanza inicial residía en que las salidas de tono de sus nuevos socios no fueran la tónica habitual y en que pudieran ejercer un control en los posicionamientos que salieran desde el Ejecutivo valenciano.
La tarea, sin embargo, no parecía fácil desde en principio. Y no lo está siendo, de hecho, pese al escaso recorrido de la legislatura. Vox ha dejado claro que quiere mantener la voz propia y hacer patente su posición dentro del Gobierno autonómico, especialmente en las materias que tocan sus competencias.