Otra vez ha pasado, ya lo decíamos la semana pasada, el ruido mediático de lo urgente tapa los deberes pendientes e importantes. Esta últimos días hemos oído una noticia que es para, no sé si preocuparse, pero seguro que ocuparse acerca de todo lo relacionado con la famosa transición energética y cambio de modelo productivo. Y todas esas transformaciones por decisión de la Agenda 2030, que si hay que hacerla se hace, pero hacerla para nada o incluso arruinarte (sólo la UE), pues más bien como que no, hay que hacer cuentas, siempre, siempre, siempre, que torres más altas han caído, fíjense en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, modelo antaño de muchos acólitos y misioneros de esa agenda arcoíris.
No vamos a entrar en consideraciones políticos o ideológicos, que también pudiera ser, sobre ese programa de gobierno mundial que es la Agenda 2030, y que plantea una serie de desafíos a lo que es la Humanidad. Pero es curioso, en una época en donde a todo el mundo se le llena la boca de palabras como democracia y libertad (que al final deberían ser ideas aplicables, no meras palabras huecas y vacías de contenido), a nadie se le permite discutir esa agenda ni ponerla en duda, porque es repudiado inmediatamente por esa casta globalizadora, siendo cuanto menos condenado a la muerte civil.
La sociedades modernas se organizan en Estados a nivel político, y a nivel económico por lo menos en el mundo, más o menos libre, se organiza en empresas; aunque también están como dice el sistema europeo de cuentas y nomenclatura internacional, las Instituciones privadas sin fines de lucro, los Hogares, las entidades financieras y de Crédito, Empresas de seguros y demás instituciones que conforman lo que es el complejo sistema económico actual, donde también se integran las Administraciones Públicas, con sus empresas, y sus diferentes organismo y entidades, ya sean mercantiles, financieros o sin ánimo de lucro. Pero hoy en día se nos plantea un desafío, casi exigencia en ocasiones, e incluso en demasiados momentos como una obligación, por parte de esas estructuras mundiales, de efectuar un cambio en nuestra forma de vida, de organizarnos económicamente y de producir energía por otros medios distintos a los clásicos, como son los fósiles o nucleares entre otras cuestiones.